“Más acción y menos pasto mejorado”
Por: Boris O. Núñez V.
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero cuando se trata de analizar y evaluar la oferta de precios en materia de compra de artículos de primera necesidad como lo son los medicamentos e insumos médicos, este ejercicio de contrastar, no resulta odioso si no más bien revelador, inquietante y catalizador de la ira popular y mediática.
Es muy frecuente que, en despachos de los noticieros, artículos de opinión en los periódicos, comentarios en las redes sociales, análisis radiales por doquier, se debata ante la opinión pública panameña el fenómeno de la imparable alza en el precio de los medicamentos al cual no hay fuerza humana pública ni privada que pueda frenar esa escalada incontenible.
Durante esta época de pandemia, uno de los sectores más pujantes, de mayor crecimiento y solidez fue el de la salud. En la fabricación, importación, adquisición, comercialización, distribución y publicidad en todo lo relacionado a medicamentos terminados, psicotrópicos, estupefacientes y precursores químicos de uso medicinal, cualquier actividad comercial en estos rubros, obtuvo muy buenos rendimientos y beneficios económicos durante esta época de crisis sanitaria en Panamá como en el mundo entero.
En nuestro país, el gobierno nacional al inicio de la pandemia contrato empréstitos para solventar gastos de planilla estatal, robustecer el sistema bancario, y contener en alguna medida el temor a una crisis alimentaria. Por la entereza de nuestros productores nacionales, no sobrevino una crisis de escasez en el acceso a los alimentos. Lo que sí hubo fue una especulación espeluznante en los bienes de primera necesidad y de estos no se escapan los medicamentos.
Sin embargo, a pesar de que se sancionó una resolución de gabinete para declarar un estado de emergencia, en ningún momento a lo largo de esta crisis, observamos acciones contundentes por parte del Órgano Ejecutivo para aguantar el alza en el precio de los medicamentos. Pudimos percatarnos, la celeridad brindada al sector empresarial por parte de nuestras autoridades gubernamentales, como en un afán de asegurar ganancias, mientras que no fue así de rápida y ágil la acción para que el Ministerio de Salud pudiera “…en caso de emergencia sanitaria importar medicamentos, productos semiterminados y materias primas a fin de garantizar su disponibilidad y salvaguarda de la salud de la población…” (artículo 79 de la Ley 1 de 2001). De esto no hay evidencias que demuestren, por parte del presidente de la República, que se hayan utilizado los más de 2,000 millones de dólares en préstamos, para adquirir medicamentos accesibles y baratos y así responderle a la población frente a esta necesidad de salud pública.
Mucho menos observamos, en cumplimiento de su mandato constitucional, el actuar de una bancada dominante como lo es la de los partidos Revolucionario Democrático y del MOLIRENA, enaltecer una Asamblea Nacional beligerante, para fiscalizar y ejercer presión al Órgano Ejecutivo para adquirir estos artículos de necesidad básica, bajo el fundamento legal del artículo 79, y responder al compromiso y deber que tiene el Estado con la salud de la población.
Este es uno de esos casos que hace falta ver más acción y menos “pasto mejorado”, para que las autoridades gubernamentales restituyan y devuelvan la confianza y la esperanza a un Estado de bienestar.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor).