Manifiesto del Cambio 12: “Doctrina común: ser auténtico/a, diferente y realista”
Por: Boris O. Núñez V.
Desde que empezamos a escribir la sección del Manifiesto del Cambio en esta columna de Las 500 a Pánfilo Patricio, la visión de este aporte es y ha sido que el lector que no está inscrito, no está interesado en la política, quizás pertenezca a otro colectivo o en el último de los casos es miembro de Cambio Democrático, genere para sí un espacio de reflexión a la acción política de conexión e impacto.
El escenario político presente se nos muestra con incertidumbres y emociones de rechazo, resistencia y confrontación permanente en medio de una crisis de valores en el comportamiento del ciudadano, que nos quiere mantener desconectados de la realidad. Este fenómeno se está traduciendo en múltiples formas de escasez palpables, pocas oportunidades y ausencia de liderazgo que inspire a hacer las cosas bien.
Al asumir una posición política, se corre el riesgo inevitable, de generar recelo o antipatías hacia lo que uno procura y trata de mostrar. Es la reacción natural, por lo que también llega con este riesgo, la oportunidad de desarrollar la fortaleza de ser diferente, de pensar diferente y actuar diferente. También es un espacio para cultivar la virtud de la tolerancia hacia los detractores e invitar a que seamos más tolerantes en el concierto de las ideas distintas. Se sabe que la fortaleza es la virtud con la que se soporta las molestias y se entrega con valentía… para vencer las dificultades.
Cuando existe la identificación hacia una corriente política, el ser auténtico exige ser flexible, y no caer en radicalismos extremos, sino más bien concentrar la capacidad de adaptar el comportamiento con agilidad, a las circunstancias de cada situación o persona, sin abandonar los criterios éticos y morales de los cuales el individuo se sostiene. La autenticidad nos va a exigir ser respetuoso en el trato, honesto ante la miseria humana, sincero/a ante la verdad y fuerte en convicción, para mantener una palabra empeñada o aprender a decir un no. La negativa resulta ser incomprendida, pero en muchas ocasiones hay que recurrir a un no positivo, dado que ante la amplitud de todos los deseos y exigencias que colisionan en una organización política o colectividad, es muy difícil de complacer al mismo tiempo y manera, todos los intereses que confluyen.
Este no es el momento exacto para promover figura presidencial o caciquismo; si no la de ubicarnos conscientemente, en medio de la interminable afluencia de percepciones, intereses, ideas, sentimientos y opiniones que están condicionando y bombardeando el escenario político actual.
Los problemas de los cuales son comunes a todos los panameños nos motivan a ser optimistas y observadores a conciencia de cuáles son aquellas acciones que se impulsan hacia y desde la maquinaria del Estado para mantener la conexión a tierra del ciudadano y generar así, las respuestas de impacto de hacer las cosas bien, ante las necesidades reales de la población.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor).