Por qué hay riesgo de muerte si comes una pizza contaminada: “La bacteria E.coli libera una toxina peligrosa que atraviesa el intestino”
Enrique Morales, nefrólogo del Hospital 12 de Octubre, explica el proceso de contaminación de los alimentos tras la muerte de dos niños en Francia por comer pizzas en mal estado.
Esta semana se ha producido en Francia un brote de casos de síndrome urémico hemolítico por el que han perdido la vida dos niños. La patología en cuestión es en este caso una complicación de una intoxicación por ingerir alimentos contaminados (más específicamente en esta instancia, pizzas precocinadas de la línea Fraîch’Up de la marca Buitoni, que no se comercializa en España) con la bacteria Escherichia Coli.
“No es algo frecuente, ya que normalmente siempre hay un control de calidad muy exhaustivo de los alimentos que consumimos“, explica a 20Minutos Enrique Morales, nefrólogo del Hospital 12 de Octubre y miembro de grupos de referencia a nivel nacional en el síndrome urémico hemolítico. “Se trata de un incidente muy aislado“, añade.
Una contaminación indetectable por el consumidor
“Esto siempre se produce igual, y es por alimentos que estén contaminados por E. coli. La bacteria produce una toxina que se llama Shigatoxina y que es la que produce la lesión. Atraviesa el intestino, llega a los vasos sanguíneos, daña el endotelio (las células que recubren las paredes interiores) y se pone en marcha el síndrome urémico hemolítico“, detalla este experto.
Los alimentos que más frecuentemente se ven afectados por esta contaminación, detalla, son sobre todo “carnes y vegetales”, incluyendo algunos que se usan a menudo como ingredientes de las pizzas precocinadas, y la congelación no necesariamente previene el riesgo. “Si el alimento ya estaba contaminado, probablemente al calentarlo siga siendo peligroso; el mecanismo de congelación en este caso claramente no ha destruido la toxina“, cuenta.
Hay que tener en cuenta que la contaminación por E. coli y por Shigatoxina es distinta a otros casos de alimentos en mal estado, en los que hay signos claros de que no es apto para el consumo. “No es como con alimentos en los que haya un color o un olor distinto“, comenta Morales, “no hay ninguna información que te haga decir ‘no me voy a comer esto, que tiene mala pinta’. Es complicado; lo que ingerimos es la toxina, el producto no está deteriorado sino contaminado“.
Un caso muy excepcional y aislado
De hecho, destaca, no es una forma de contaminación que se pueda producir típicamente en el hogar, sino que suele darse en otro punto de la cadena de producción. “Lo más común es que se produzca por animales, aunque hay muchas maneras, incluso de persona a persona. Por ejemplo, imaginemos que se trata de un vegetal: un animal ha podido pasar por el sitio en el que se cultivaba, luego no ha pasado por el proceso de lavado correcto, se coloca en la pizza y ya queda contaminada“. Con lo cual, en casos como el de Francia no queda más remedio al consumidor que confiar en que el producto ha pasado por los controles de calidad adecuados.
No obstante, Morales subraya el carácter excepcional de los brotes de síndrome urémico hemolítico por E. Coli: “Esto es francamente un hecho muy aislado. Manipulación de alimentos hay absolutamente todos los días; imaginemos la cantidad de alimentos que se manipulan al día por seres humanos. Normalmente hay un control de calidad y sanitario muy exhaustivo“.
“Quizás es más común en países en vías de desarrollo, en los que no existen estas regulaciones y las condiciones de salubridad no sean tan buenas. Pero en Europa es un caso muy excepcional“, concluye.
Por 20minutos