“Darle un palo en la cabeza, la revocatoria de mandato”
Por: Boris O. Núñez V.
“Por si no es correspondido, dale un palo en la cabeza, y luego le das olvido”. Esta es una frase de una canción popular, que es oportuna invocar cuando el afecto de la persona que deseas, quieres o amas, se desvanece. Implícitamente sugiere que hay que vivir con dignidad y vergüenza, ante la verdad que la relación entre dos personas o sujetos que viven desconectados uno del otro, es insostenible en el tiempo y lo sensato quizás por salud propia, es continuar la marcha y dejar atrás el pasado.
Evoco esta reflexión introductoria para referirme a la angustiosa relación de desconexión que existe entre el jefe de la municipalidad, el Alcalde de la Capital de Panamá y sus ciudadanos que exteriorizan un malestar y descontento generalizado a esta autoridad o lo que ella está representando.
Huelga decir que hacer méritos para generar tanto desagravio y descontento, puede provenir del cambio de comportamiento de esa persona que una vez buscaba la aceptación de sus electores, enamorándolos con promesas que el ciudadano deseaba oír, y ahora la misma figura que, entronada en el poder, desvela su verdadero yo poseído de petulancia, arrogancia, testarudez y poca humildad.
Suele pasar en aquellas personas que no han sabido manejar la presión que se genera en los puestos de mandos públicos de alta jerarquía, y cuando se presenta la primera oportunidad de administrar el poder que se les confiere, pierden la perspectiva de que los puestos de elección popular representan una posición efímera, dado que son transitorios, pasajeros y con fecha de caducidad.
Luego que transcurre más de la mitad del tiempo en que el Alcalde debe cumplir su periodo por el cual fue electo, es natural que exista un desgaste. Lo que sorprende en esta ocasión de la relación del gobernante y los gobernados, es que aquella autoridad ya perdió su “encanto” y el elector está determinado a no creer y confiar más. Se ha empoderado, supuestamente, con la iniciativa de la revocatoria de mandato, es decir “darle un palo en la cabeza”.
Es así como nos encontramos, en medio de una relación medio tóxica condenada a cinco años de gestión, pero que encuentra una válvula de escape para poder librarnos de ese malestar. Lo cierto es que también, ésta oportunidad de romper con una relación política de descontento hacia una figura particular, también refleja el alter ego de todo lo que representa en su persona el Alcalde. Más allá de enfocar el objetivo de revocar el mandato a este funcionario electo por votación popular, lo implícito también es el mensaje de aparente unidad, empoderamiento y fuerza que puede demostrar el ciudadano con un sentido colectivo de pertenencia.
El ciudadano siente que pertenece a un grupo social ignorado en sus reclamos, aturdido por los problemas, y agotado de solo pensar en sobrevivir.
Lo preocupante es que solo sea un sentimiento y no una acción que genere cambios, como en muchas ocasiones anteriores ha ocurrido. Una llamarada de capullo que se disipa a causa de una voluntad de acción débil y sin compromisos.
Queda en el ciudadano desencantado, abrogarse de dignidad y determinación si realmente desea concretar la ruptura con todo lo que representa la figura del alcalde. Se pone a prueba la convicción del ciudadano, porque corre el riesgo de seguir soportando una relación ingrata, por la ligera forma de pensar que las cosas no van a cambiar.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor).