Las 500 a Pánfilo Patricio – “La falta de respuesta del gobierno, mina la legitimidad del Estado”
Por: Boris O. Núñez V.
El servicio público que se brinda a través de los centros de salud es limitado y precario. Por más que una consulta a la página web de la institución del ministerio, sugiere que el horario de atención es hasta las 2:00 pm de lunes a viernes, en el ejemplo de hisopados por antígenos, lo real es que ese horario no se cumple a cabalidad. Ya sea por razones ciertas de una falta de “cupos” u otras razones que se anidan en el campo de la especulación. La sensación de decepción e impotencia, a raíz de esta falta de atención, deteriora la fe en el sistema. Esto es algo que hay que proponerse cambiar, entre muchas cosas más. La decepcionante y/o inexistente atención que el ciudadano recibe de su sistema sanitario.
Causa temor pensar que cuando la población joven y productiva, le alcance los años y la vejez, en los finales de sus tiempos de vida, se encuentre arrinconada y sin opciones de mejoría, dentro de un agotado y colapsado modelo de gestión de servicios de salud, que no ofrece calidad de vida en la enfermedad. Si en medio de la situación de emergencia nacional de salud pública por Covid-19, en esta etapa post-confinamiento hay momentos en que un funcionario del servicio de salud, representando al gobierno, se da el tupé de rechazarle la atención a un usuario, por la banal excusa que se agotan los cupos, significa que nuestro sistema público está concebido para ofrecer todo menos una atención mínima que atienda la salud del usuario.
Es en estos detalles pequeños que el Estado, a través de desacertadas decisiones, pierde respaldo ciudadano, ante situaciones que deben ser resueltas sin complicaciones y de manera muy sencilla. Cada funcionario al servicio del gobierno debe ser consciente que representa al ente e institución que por mandato constitucional debe ofrecer respuesta al ciudadano que busca auxilio o un servicio. Al no brindarlo, aún por razones que en apariencia pudieran ser válidas, hay que estar claros que, ante un servicio fallido, no habrá respuesta que lo excuse y acumulará frustración y enojo contra el sistema, minando el grado de legitimidad que el Estado debe mantener.
Esta debilitada legitimidad al Estado, a través del gobierno, ha estado ocurriendo por años en nuestra república panameña, y es el momento que comencemos a desgranar esos detalles que entorpecen la acción eficaz y eficiente en la administración pública y que frustrantemente el usuario se ha resignado a tolerar por años. Por lo menos en el servicio de salud pública, la atención debe ser ciento por ciento garantizada, lo cual no ocurre en el presente, y hay que destinar todos los esfuerzos, recursos y voluntad disponible, para subsanar los obstáculos que trancan y cercenan la atención esmerada que merece el ciudadano que trabaja duro por su familia y su país, la cual debería ser regla general y no una excepción en todos los centros de salud ubicados a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor).