FAO: “Estamos ante una crisis de alimentos que no tiene precedentes en la historia”
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido de “múltiples crisis alimentarias inminentes”, motivadas en parte, por la guerra en Ucrania, que ha agudizado aún más alza de precios en productos como los alimentos. El problema se puede agravar si la guerra impide recoger la cosecha este verano y sembrar la siguiente en otoño.
RTVE ha hablado con Mario Zappacosta, analista sénior de la FAO, que considera que estamos ante una crisis de alimentos sin precedentes.
Pregunta.- ¿Crees que se puede hablar ya de una crisis global de alimentos?
Respuesta.- Sí, la crisis está en marcha porque los precios de los alimentos que estaban en niveles récord antes del inicio de la guerra, ahora siguen altísimos y continúan subiendo. FAO nunca recuerda niveles tan altos desde que empezó a dar seguimiento a través de un índice de precios internacionales en 1990. Estamos ante algo que no tiene precedentes históricos, con el riesgo de que la situación se puede deteriorar en los próximos meses.
P.- ¿Hay suficientes alimentos en el mundo y por eso son tan caros?
R.- Digamos que los mercados reaccionan sobre lo que sucede en el presente, pero también por las expectativas de futuro. Los mercados ahora están preocupados por la salida del trigo y de otros productos que no se sabe si se van a poder cosechar en Ucrania. A veces no es tanto un problema de disponibilidad actual de alimentos cuanto de las expectativas de, por ejemplo, problemas de producción en el futuro.
P.-¿Tienen una estimación de cuántas personas están afectadas ya en estos momentos?
R.- Es difícil calcular el número exacto de personas. Lo que sí tenemos una idea bastante clara es de los países que ahora mismo están más afectados, y son los países que dependen más de las importaciones de cereales y de trigo producidos en la región Mar Negro. Se trata de países que importaban entre el 50 y el 80% del trigo de Ucrania, porque era el trigo más barato y cercano. También están los países que importan y consumen mucho trigo, aunque no necesariamente de Ucrania.
En general, nuestras preocupaciones principales son para los países del norte de África, de Oriente Próximo. Como casos particulares destacaría Yemen y Líbano, que son países que ya tenían problemas antes de los recientes problemas de mercados internacionales. En Yemen hay una guerra desde hace siete u ocho años. En Líbano hay una economía en dificultades desde hace años y además tiene problemas de almacenamiento del trigo desde que hubo la explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020. Líbano es un país que tiene un problema real de compra porque la moneda local está muy devaluada y cuando un país tiene poca capacidad de almacenar, como es su caso, tiene que comprar casi día a día y es mucho más vulnerable a la variabilidad de precios.
P.- ¿Qué piensa de la situación de Egipto, uno de los mayores importadores de trigo?
R.- El peligro de países como Egipto y el resto del norte de África es que el pan está fuertemente subsidiado hasta el punto de que, de hecho, el pan es casi gratis o es muy barato. Eso significa que el Estado está pagando la diferencia entre el precio de los insumos, de la transformación del trigo y de la harina, y el precio que paga el consumidor. Claro, cuando esa diferencia se hace más grande, como en este caso, porque los insumos son más caros, los países enfrentan un problema muy fuerte de gastos. Entonces tienen que decidir si seguir utilizando una cantidad importante de sus recursos financieros para subsidiar comida y productos como el pan, o dejar que los precios suban.Y recordemos qué pasó a finales de 2010 y comienzos del 2011: las primaveras árabes. Sabemos que, después, los problemas sociales se van a reflejar en problemas para los gobiernos.
P.- ¿Qué consecuencias puede tener también la escasez de fertilizantes?
R.- Nosotros creemos que va a tener un impacto mucho mayor respecto al problema de comercio de trigo porque va a tener un efecto de tipo transversal. Va a ser un problema que va a afectar a todos los productos que utilizan fertilizantes. Aquí ya no hablamos sólo de cereales, sino de todo tipo de productos industriales y vegetales. Y, además, va a afectar a todos los países, sean más o menos desarrollados.
Con la escasez y la subida de precios de los fertilizantes, los agricultores pueden decidir sembrar menos para reducir los altos costes de producción, o también pueden sembrar y utilizar menos fertilizantes para ahorrar dinero. En cualquier caso, eso va a tener un efecto sobre los rendimientos de los productos: reducción de superficie cultivada se traduce en reducción de producción. Y, como decía antes, esa reducción de producción va a afectar a diferentes productos en diferentes países. Entonces, la crisis, si persiste el problema de los altos precios de los fertilizantes, podría ser mucho más transversal y, digamos, golpear a más países y a más productos.
P.- ¿Es posible o estáis detectando vosotros un fenómeno de acaparamiento por parte de mediadores, distribuidores e incluso de productores? ¿Hay especulación?
Nosotros no tenemos pruebas de eso. Pero podemos imaginar que los agentes financieros, así como pueden decidir comprar cobre o níquel, también pueden optar por comprar trigo o maíz. Son productos commodities, por lo que se puede dar un problema de especulación. Lo que, sin duda, estamos haciendo en la FAO, es recomendar claramente a los países que no pongan barreras a la exportación, que no tomen reacciones adhoc del tipo bloquear el comercio para proteger la oferta local porque eso va a crear más problemas en los mercados internacionales. Estamos trasladando ese mensaje a todos los gobiernos con los que nos hemos visto en las últimas semanas.
Por ejemplo, Indonesia pensaba imponer una restricción a las exportaciones de aceite de palma y, claro, si eso se llega a producir, se habría sumado a los problemas de exportación de la semilla y el aceite de girasol desde Ucrania, que es el principal productor y exportador mundial, lo que hubiera creado un problema muy fuerte sobre el mercado de oleaginosas. Nosotros deseamos que el mercado se mantenga lo más transparente y libre posible.
Lo que ocurre es que esa demanda que hace la FAO puede chocar también con el análisis de algunos países que dicen, bueno, primero quiero alimentar a mi gente o asegurarme de que tienen los medios básicos de subsistencia… Sí, eso es seguro. Entiendo que hay una lógica a la hora de bloquear las exportaciones para proteger a la población local y tener suficiente oferta de comida. Pero creo que es importante recordar que se deben mantener los flujos, porque ese es la lógica de la globalización: cada uno participa con lo que tiene valor añadido y así todos salimos ganando.
Si cada uno empieza a cerrar puertas, fronteras, volvemos a modelos antiguos, de pretendida autosuficiencia que hemos visto que no funcionan. Ojalá no lleguemos a eso. Pero la globalización tampoco parece que esté funcionando muy bien ahora mismo… Sin duda. Yo creo que la globalización sólo funciona cuando todos somos amigos, cuando todos estamos de acuerdo. Funciona porque hay un reparto entre quien produce energía, quien produce comida, quien produce microchips para los teléfonos, etc., y todos salen ganando. Pero hay una variable que es fundamental, que es conseguir la paz. Una vez que se logre, creo que la situación volverá a una situación normal. Ojalá que sea pronto o todos pueda volver a los mecanismos de intercambio.
P.- ¿Cree que, si la guerra se acaba hoy, la crisis se habrá terminado mañana? ¿O piensa que todavía persistirá unos meses más?
R.- Bueno, se necesitará un tiempo. Una vez que terminan las guerras empieza un proceso de reconstrucción y de crecimiento económico. Eso necesita su tiempo. Hablando de Ucrania, sin duda van a necesitar tiempo para sacar todo el trigo que han acumulado desde el año pasado y lo que esté cosechando ahora.
Por rtve.es /VÍCTOR GARCÍA GUERRERO