IKLA GÓMEZ: Una historia de superación e inspiración
“Entonces cuando entraron todas esas maquinarias a hacer carreteras y vías, ahí yo me entusiasme por los equipos. Eso de trabajar en el campo, al aire libre; y me entusiasmaba más el equipo pesado”.
Ilka Gómez
Un hito de trascendencia en la minería panameña reciente tiene por rostro el de una mujer. Se trata de la colonensa, oriunda de Coclesito, Ilka Gómez, quien, tras un exigente periodo de formación, es la primera mujer panameña operadora de una pala eléctrica PH 4100, que es el equipo pesado más grande en su categoría utilizado en la minería moderna hoy en día.
El camino recorrido por Ilka en su desarrollo profesional se caracteriza por su determinación y esmero, en el que siempre ha contado con el respaldo decisivo de la empresa en la que se desempeña, Cobre Panamá, toda vez que sus supervisores y colegas no han vacilado en apoyarla en cada nuevo reto que se plantea.
Ilka era tan solo una niña cuando comenzó su admiración por los equipos pesados. Sus estudios primarios los cursó en una escuela multigrados en la comunidad de San Benito, la más próxima a la operación de Cobre Panamá. La educación premedia la realizó en un internado en Coclesito, porque el acceso a la comunidad era muy difícil. Sus estudios secundarios fueron en el colegio Ángel María Herrera en Penonomé, porque tampoco había escuela cerca de su hogar. Vivió en una casa de familia con poco contacto o comunicación con la suya, porque no había teléfonos, ni mucho menos señal de celular ni tecnología alguna. Visitaba a su familia cada 6 meses.
El ejemplo de su padre
En su caso la vocación por la minera es heredada, reconoce Ilka, ya que su padre laboró en el proyecto minero GEO y pudo conocer una mina en Chile. “Es algo que yo traigo en mi interior. Mi papá nos enseñaba videos y nos decía: van a venir equipos grandes, van a venir equipos que nunca se han visto aquí en Panamá. Aquí va a haber un proyecto muy grande y van a haber muchas oportunidades de empleo para las personas del área”. Eso fue algo que se nos fue inculcando desde pequeños. Fue algo que a nosotros nos quedó y nos preguntábamos ¿será verdad, llegarán en algún momento? ¿Qué tan cierto era lo que nos decía mi papá?, recuerda Ilka y hoy reconoce que su padre tenía toda la razón.
A pesar de su pasión por los equipos pesados, el qué dirán sobre una mujer conduciendo camiones pesó más y se matriculó en la universidad para estudiar la carrera en sistemas. Tiempo después, consiguió un trabajo en el proyecto minero Petaquilla, pero dificultades como la falta de conectividad le complicaron compaginar estudios y trabajo, por lo que tuvo que abandonar la universidad. “Fue una decisión muy difícil de tomar”, recuerda Ilka.
Su sueño de niña con los equipos pesados no se disipaba, por lo que tras la quiebra del proyecto Petaquilla, Ilka se matriculó en el programa de equipo pesado establecido por Minera Panamá (MPSA) e INADEH para la formación de personal de las comunidades cercanas al proyecto. “Siempre en mi mente estaba la excavadora por cómo se movía. Me gustaban todos, pero me llamaba más la atención ese equipo y siempre estuve entusiasmada por la excavadora”, confiesa sonriente.
Al concluir el programa de equipos de pesado INADEH y MPSA no pudo continuar junto a sus compañeros hombres con la fase práctica que se realizada en la mina Cobre Panamá, tenía cuatro meses de embarazo y tuvo que hacer una pausa de casi un año. “Todos mis compañeros subieron, pero yo no podía por el embarazo. Cuando mi hija cumplió cuatro meses continué mi entrenamiento en Cobre Panamá, en lo que me gustaba: el equipo pesado”.
Rompiendo paradigmas
Hoy con 31 años, Ilka es operadora idónea de vehículos de gran tamaño como los camiones articulados 740, los 777 Dumper, las palas excavadoras 320, 336 y la excavadora Liebherr R 9100. Recientemente culminó el entrenamiento de la pala eléctrica PH4100, la más grande del mundo de 48 pies de altura, capaz de levantar por palada hasta 108 toneladas de material.
La formación profesional de Ilka ha sido progresiva. Comienza por la teoría, seguido del uso de simuladores y pasa a la fase práctica. “Es un proceso bastante largo. Los entrenamientos son de meses”, afirma y al paso destaca que le gusta mucho que le paguen bien por aprender.
Consultada sobre cuál es el reto más grande y/o difícil de ser una operadora de equipo pesado, sin pensarlo mucho asegura que el mayor reto es tener confianza en sí mismo para realizar el trabajo de manera segura, sin poner en riesgo ni la vida de uno ni la de los demás compañeros.
En cierto modo, Ilka es consciente que es un modelo tanto para mujeres como jóvenes rurales y asumiendo ese papel a modo de consejo dice: “Les diría más que todo que como personas no tenemos límites. Como personas debemos darnos la oportunidad, porque somos capaces de todo, solo es cuestión de querer hacerlo para poder lograrlo”.
Un aspecto decisivo en toda su evolución profesional es el apoyo de sus empleadores mentores y supervisores en Cobre Panamá. “A mí en lo personal me ha apoyado bastante y también lo veo en mis otros compañeros. Nos han capacitado de manera gratuita para operar una pala, un camión y muchos otros equipos. Mis compañeros, al igual que yo, tenemos una capacitación y somos profesionales gracias al esfuerzo e inversión que hace Cobre Panamá para capacitarnos”.
La evolución personal y del entorno
Como siempre ha vivido en la zona, ella es fiel testigo de la evolución en positivo que ha traído el desarrollo del proyecto minero Cobre Panamá.
“San Benito antes era una comunidad aislada, de muy difícil acceso. Viajábamos en caballo y salíamos cada 6 meses a buscar comida porque llovía demasiado y los ríos permanecían todo el tiempo hondos y el camino era 3.5 horas. Eso era San Benito antes de la minería. Me crie aquí cuando no había minería, nada de este proyecto que se está desarrollando ahora”.
“La minería es algo que es de beneficio para las personas de la comunidad y hay que verlo del lado positivo. Hemos tenido muchos beneficios que antes no teníamos y que gracias a este desarrollo en Cobre Panamá hoy en día hay oportunidades de empleo, capacitaciones, hay niños con becas. Otras provincias quisieran tener un proyecto así para mejorar su bienestar y tener las oportunidades de empleo, porque aquí hay compañeros que viajan de muy lejos para acá y me dicen a mí: “tú estás bien, tú puedes viajar todos los días a tu casa y ves a tu familia”.
A Ilka el trabajo le queda cerca de su hogar. Antes de salir de su residencia se mira al espejo y piensa: “Que hay que meterle ganas… hay que meterle muchas ganas y tener una motivación y en mi caso es mi hija que es mi mayor motivación para seguir, cada vez que la veo y ella se siente orgullosa de mí, me anima a continuar y seguir adelante y no quedarme aquí, a seguir por más. No hay límites”.