Dos estudios asocian nuevos defectos genéticos e inmunológicos con la COVID-19 grave
Un consorcio científico internacional, en el que participa el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC), ha detectado una mayor gravedad de la covid-19 en pacientes con errores en el gen TLR7, especialmente en hombres menores de 60 años, así como en los de más edad con autoanticuerpos o respuesta autoinmune frente a determinados interferones.
Una investigación, liderada por la Universidad Rockefeller de Nueva York (EE UU) y el Hospital Necker-Enfants Malades (Francia), apunta nuevos defectos genéticos e inmunológicos como causa de una covid-19 grave o crítica. En concreto, se ha analizado el papel del gen TLR7 y los autoanticuerpos contra los interferones de tipo I.
El estudio, que ha contado con la participación del Hospital Universitario Vall d’Hebron, el Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y el Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV-CSIC), ofrece sus resultados en dos publicaciones de la revista Science Immunology.
Mayor susceptibilidad de los hombres a la COVID-19 grave
El primer artículo establece que los pacientes con mutaciones o deficiencias en el gen TLR7 tienen más posibilidades de contraer un diagnóstico de COVID-19 grave, especialmente en los hombres menores de 60 años. El TLR7 es un gen del sistema inmunitario que contribuye a la producción de los interferones de tipo I (IFN-I), que son claves para construir una respuesta inmunitaria esencial contra el SARS-CoV-2. De este modo, la existencia de defectos en el TLR7 supone un aumento de las posibilidades de presentar un diagnóstico grave.
“Los pacientes con mutaciones o deficiencias en el gen TLR7 tienen más posibilidades de contraer un diagnóstico de COVID-19 grave2”.
“Hemos visto que estos errores genéticos aparecen sobre todo en pacientes más jóvenes, de menos de 60 años”, indica Pere Soler-Palacín, jefe de la Unidad de Patología Infecciosa e Inmunodeficiencias de Pediatría del Hospital Universitario Vall d’Hebron y del Grupo de Investigación de Infección en el Paciente Pediátrico Inmunodeprimido del VHIR.
Por otra parte, el TLR7 es un gen que se encuentra en el cromosoma X y, por ello, desempeña un papel más decisivo en hombres, lo que explicaría el peor pronóstico de la COVID-19 de estos respecto a las mujeres. En el caso del sexo femenino, las personas tienen dos cromosomas X y, por tanto, el riesgo de tener complicaciones por esta causa es menor.
En cuanto a los 1.202 estudiados durante la investigación, 20 de los pacientes entre los 7 y los 71 años presentaron deficiencias en el TLR7. Igualmente, estas personas no habían presentado diagnósticos o enfermedades graves previas. Además, ninguno de los pacientes asintomáticos o con cuadros leves presentaba esta afectación.
Autoanticuerpos contra los interferones de tipo I
Desde el inicio de la pandemia se ha demostrado que la edad es el principal factor de riesgo para padecer COVID-19. En concreto, el riesgo de hospitalización y muerte por neumonía se duplica cada 5 años.
El segundo de los artículos ha determinado que el 20% de pacientes de más de 80 años con COVID-19 grave desarrollan anticuerpos contra el interferón de tipo I, un grupo de 17 proteínas cruciales para la protección de nuestras células contra el SARS-CoV-2, lo que provoca que el sistema inmunitario de estos enfermos más vulnerables tenga menos capacidad de defensa frente a la infección.
Los resultados podrían permitir que se identifique a las personas con riesgo de sufrir una infección grave y el desarrollo de tratamientos personalizados. Este estudio ha tratado de demostrar la capacidad neutralizante de estos frente a concentraciones similares a las circulantes en el cuerpo humano, a diferencia de estudios anteriores.
“Estos autoanticuerpos pueden explicar el incremento del riesgo para COVID-19 grave y demostramos que lo hacen especialmente en el caso de las personas mayores”, explica Roger Colobran, jefe del Grupo de Investigación en Inmunología Diagnóstica del VHIR. Los autores recuerdan que son una causa y no una consecuencia de la infección por SARS-CoV-2, y que se encuentran también en la población general e incrementan con la edad.
“En personas que no han padecido COVID-19 se observa el mismo patrón, es decir, mayor frecuencia de personas con autoanticuerpos en los grupos de mayor edad”, explica Jordi Pérez-Tur, investigador del Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV-CSIC). En menores de 70 años, entre un 0,17 % y un 1,1 % de los individuos tienen autoanticuerpos y, en mayores de 70, se encuentran entre un 1,4 % y un 4,4 %. Las personas de 80 y 85 años presentan un incremento de hasta un 4,2 % a 7,1 %.
Inmunosenescencia con la edad
“Con la edad, el sistema inmunitario se va envejeciendo: es lo que se conoce como inmunosenescencia. Esto hace que sea más probable que aparezcan fenómenos de autoinmunidad como este”, razona el experto.
Para este análisis, los investigadores estudiaron muestras de sangre de 3.595 pacientes hospitalizados por COVID-19 crítica, 623 pacientes graves, 1.639 pacientes con infección leve o asintomática y 34.159 individuos sanos para estudiar si tenían este tipo de autoanticuerpos.
Los autores del trabajo insisten en la importancia de conocer los factores que influyen en la respuesta ante el SARS-CoV-2 y esperan que abra la puerta a terapias dirigidas en función del perfil de cada paciente.
nationalgeographic/*SINC