Las 500 a Pánfilo Patricio – Manifiesto del Cambio #67. “El Orden como virtud hacia el diseño de un nuevo Estado panameño”
Normas lógicas y necesarias para el logro de un objetivo deseado y previsto, en la organización de las cosas, la distribución del tiempo y la realización de actividades con iniciativa propia sin necesidad de que se recuerde constantemente es a lo que define David Isaacs Jones, como la virtud del Orden.
El Orden es una virtud humana preferente, en la que todo infante, hombre y mujer, en sus primeros siete años de vida, debe desarrollar estímulos en su aprendizaje, para formar dentro de su personalidad, un criterio consistente para organizar cosas, gestionar el tiempo y ejecutar actividades dirigidas hacia un objetivo específico.
El aprendizaje del orden como virtud humana, durante los primeros siete años de vida del individuo debe reforzarse con la enseñanza de la sinceridad y la obediencia como virtudes preferentes. Esto obliga a la sociedad a moldear y redefinir el perfil de los padres de familia, quienes se convierten en los modelos de los futuros ciudadanos.
El comportamiento que hoy día el ciudadano exige a la actuación de la clase política gobernante está muy relacionado con las carencias que se han perpetuado en nuestra sociedad con respecto a la educación de la virtud del Orden.
El Estado panameño a lo largo de su existencia ha construido una estructura gubernamental, enorme, pesada, redundante, burocrática e ineficaz en la prestación de servicios hacia el ciudadano, debido a que en algún momento de nuestra historia, próceres, padres de la patria y familias en el pasado, plantearon objetivos de cara a necesidades urgentes e inmediatas sin una adecuada planificación de los recursos presentes y futuros, sin una gestión conveniente del tiempo y además sin voluntad firme y continuada de realizar las actividades a largo plazo.
Ejemplos a montón hay, las infraestructuras no concluidas, el mantenimiento de obras deficientes, las debilidades institucionales en la prestación de los servicios públicos de primera necesidad en la población, se convierten en un manto extenso de quejas y reclamos hacia la administración pública a raíz de la penuria de no elevar al nivel de importancia el Orden como valor transversal en toda la administración pública de los recursos del Estado.
Nos estamos abocando en el futuro próximo, a iniciar un proceso de consulta nacional para redefinir las estructuras políticas, sociales y económicas a través de una constituyente originaria, quizás. Sin embargo, ante la caudalosa realidad de problemas y conflictos sin resolverse en el escenario actual, le corresponderá a algún actor influyente y con credibilidad, al cual la sociedad esté dispuesta a seguir, proponer una hoja de ruta ordenada hacia un nuevo objetivo país ¿Cuál?.
Sin imposiciones de ningún sector de la sociedad, con una capacidad de generar consenso y una idea clara en el sentido de las prioridades nacionales, la virtud del Orden debe prevalecer en la construcción de un nuevo diseño del Estado, para la presente y futuras generaciones.
“Vive honestamente, no le cause daño a nadie y dele a cada uno lo suyo”.