Las 500 a Pánfilo Patricio
Por: Boris O. Núñez V.
En 1984 cuando los vientos de triunfalismo soplaron tras la victoria de Nicolás Ardito Barletta, inmediatamente comenzó el “matraqueo político”, tal cual como hoy lo vivimos. Esos aires de futuro y de unión duraron tan poco como actualmente lo vemos en la gran cantidad de panameños que creyeron en el Presidente Cortizo en 2019. Hace 37 años atrás el PRD, que definitivamente había aportado los votos necesarios para ganar esa elección, exigió su cuota de poder, tal como la impone hoy día. Para el PRD ningún otro partido merece espacios políticos, ya que básicamente se consideran que solos merecen gobernar. Tal como ocurre en la actualidad en la Asamblea Nacional.
Este colectivo de tendencia social demócrata, lo quiere todo, como lo hicieron durante sus años mozos con los Militares. Este estilo de querer gobernar aisladamente el país, sin respetar las alianzas o el sentir de la sociedad civil y el Pueblo en las calles, fue lo que significó el inicio del fin de esa historia: la dictadura de Noriega, y la Invasión.
¿El PRD ha aprendido alguna lección? No se observa y no estamos seguros, puesto que el PRD de ahora no es ni la sombra de aquel de 1984, ni del post-invasión. Hoy se puede ver, en tan solo dos ejemplos, como el fallido intento de reformar la Constitución Política en enero del 2020, y en las semanas recientes el peligroso camino que transitaron las Reformas Electorales, como desde la Asamblea Nacional se cuece el “matraqueo político”, que coloca a toda la sociedad en vilo y zozobra ante una inminente e impositiva autoridad que pierde su legitimidad.
Lo que ocurrió entre las semanas del 1 al 14 de septiembre de 2021 con las reformas electorales, no debe ser subestimado por los diputados oficialistas ni aquellos disidentes que respaldan el “que hay pa´mí” en la bancada de Cambio Democrático.
El sentarse en el trono de la inmunidad o impunidad los ha hecho aislarse de la realidad nacional, ignorando la voz del hartazgo ciudadano, que copó su paciencia en el comportamiento autoritario y tiránico de una Comisión de Gobierno controlada por cuatro diputados “patricios” de casta petulante.
En la Asamblea Nacional existe una aplanadora que le hace oposición a su propio gobierno, y hemos observado con claridad, durante estos años, que la bancada oficialista aprueba a ciegas, sin miramientos y sin escuchar prudentemente a la ciudadanía.
La bancada oficialista es el mayor obstáculo de este gobierno.
Los ciudadanos de este “contrato social” llamado Panamá, no hemos tenido claro cuál es el rumbo con el que nos gobiernan y menos de cómo vamos a salir de esta crisis. Lo cierto es que se ha colmado la paciencia, la confianza y la credibilidad en las instituciones en estos dos últimos años. El Gobierno del Presidente Laurentino Cortizo tiene la responsabilidad de no desviarse más en los “que hay pa´mí” propios y foráneos, para que podamos recuperar nuestra “normalidad perdida”.
Por el bien de Panamá, necesitamos que esta historia mejore. Que no se repita, una vez más, la espiral de miseria humana y podredumbre institucional.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor)