Estudiar un nuevo idioma ayuda a la salud cerebral
Los neurocientíficos de Cambridge lo han demostrado mediante estudios de resonancia magnética que permiten observar el interior de nuestra cavidad craneal.
Siempre ha sido un secreto a voces, y ahora la ciencia lo corrobora: las personas que conocen más idiomas tienen cerebros diferentes, y en cierto sentido mejores, que aquellos que solo practican su lengua materna.
Según los expertos, el primer efecto real de ejercitar un segundo idioma es el crecimiento del cerebro. Tal y como defienden los investigadores del Grupo del Discurso y Lenguaje de la Universidad de Cambridge, el lóbulo parietal inferior izquierdo está sensiblemente más desarrollado en las personas bilingües. Pero eso no es todo…
El especialista que lideró el proyecto, Matt Davis, sostiene lo que la sabiduría popular ha defendido desde tiempos inmemoriales: sí, de pequeños aprendemos idiomas nuevos con mayor facilidad.
La explicación científica de este fenómeno es que, al practicar un segundo idioma en una edad temprana, esta capacidad la gestiona el mismo sector del cerebro que se ocupa del idioma materno, es decir, el hemisferio izquierdo. En cambio, cuando lo hacemos de mayores, la nueva información se guarda en otra región de nuestra materia gris. Esto demuestra que nuestras pautas para el aprendizaje de un idioma no son estáticas.
Los falsos amigos son el peor enemigo
Sin duda, a la hora de aprender un idioma nuevo, los ‘false friends’ suponen un auténtico obstáculo. Estas palabras se parecen fonética o gráficamente a otras de nuestra lengua materna, pero encierran un significado totalmente diferente de manera que acaban siendo la trampa perfecta en cualquier prueba de nivel. La teoría del doctor Davis establece una relación directa entre nuestro cerebro y este fallo tan común.
Tal y como cabía esperar, la culpa no es del idioma nuevo ni tampoco del nativo, sino de la forma en la que nuestro cerebro capta y procesa la información. Al leer la palabra castellana ‘azul’, nuestro cerebro asocia inmediatamente el concepto a un color, el azul.
De esta forma, si leyéramos la palabra azul escrita en color rojo, o viceversa, se produciría una gran confusión en nuestro cerebro, debido a la contradicción que existe entre el mensaje que estamos recibiendo y la interpretación que hemos adquirido por tradición o por cultura respecto a dicho mensaje.
De la misma manera, cuando nuestro cerebro descubre una palabra inglesa o alemana, por ejemplo, que le recuerda a otra palabra homónima en lengua española, tiende a vincular sus significados por inercia llevándonos al error. Este efecto se aprecia más evidentemente en las palabras homógrafas sueltas, ya que dentro de su contexto, estos ‘falsos amigos’ son mucho más identificables.
Los personas bilingües son menos propensas al alzhéimer
Los científicos suecos de la Universidad de Lund observaron -durante sus propios estudios de resonancia magnética- que el hipocampo es una de las regiones del cerebro que se ven favorecidas por el aprendizaje de más de un idioma. Este hallazgo relaciona directamente la capacidad de hablar con la orientación espacial, que es una de las habilidades de las que se encarga el hipocampo. Si sabes inglés, no solo entenderás las indicaciones del callejero, también te ubicarás mejor en el entorno.
Otro estudio, en este caso de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, demostró que las personas que dominan varios idiomas son capaces de retrasar los efectos del alzhéimer hasta cinco años en comparación con las personas monolingües.
Por su parte, la doctora española María Teresa Bajo, experta en psicología experimental, explica la relación entre los idiomas y el cerebro de esta manera: “Cada lengua posee una estructura distinta, de forma que también requiere estructuras cognitivas diferentes”.
Esta capacidad de adaptación de nuestro cerebro ante un idioma desconocido, avalada por los expertos, favorece la memoria a largo plazo, la agilidad mental, la capacidad para realizar tareas simultáneas y la capacidad para procesar información compleja. Un buen conjunto de motivos para retomar la tarea de aprender un idioma nuevo, más ahora que ya ha empezado el curso.
Juan Montagu/Alimente+