Las 500 a Pánfilo Patricio
Por: Boris O. Núñez V.
Ha llegado el mes de octubre y con ello la concientización de la prevención del cáncer. Todas las instituciones de gobierno se lucen con tonos rosados en forma de luces vistosas, guirnaldas y atuendos que visten edificios públicos, que muchas veces se encuentran en estado ruinoso.
Se da una campaña institucionalizada, por ejemplo, de prevención hacia el cáncer en la mujer y el hombre dirigida a la ciudadanía, muy notoria y pública. También observamos una pronunciada publicidad de proyectos y programas que algún día se ejecutarán; así como también se observa en ocasiones que los estamentos de seguridad activan gran parte de sus recursos para realizar campañas de salud, educación, ambientales, entre otras, cuando lo principal es proteger y servir.
En muy numerosas ocasiones observamos a los servidores públicos electos por votación popular, atender situaciones que para la mayoría de la población resulta de poca importancia, como cuando se debate un proyecto de ley que aprueba el festival nacional del almojábano. ¿El sentido de prioridad dónde se encuentra?.
A este hábito de dejar de hacer lo importante institucionalmente hablando, para dedicar tiempo a cosas irrelevantes o accesorias o de poco impacto, que no deben ser lo principal, es a lo que se le llama Procrastinación. Y detrás de este hábito existe un espejismo de aparentar aquello que sufre deficiencias y hacérnoslo ver como si estuvieran mejorando la eficacia, cuando en el fondo no es así.
El Estado y algunos países de la región, padecen de este mal hábito de la procrastinación, la cual se ha institucionalizado en lo más profundo de los estamentos gubernamentales. En un país en el cual los grandes problemas sociales tienen causa común, en un sistema desigual de educación, salud, vivienda, entre otros, las soluciones a necesidades más radicales no pueden provenir atendiendo situaciones superficiales o accesorias, como la aprobación de días conmemorativos. A manera de ejemplo, “… de nada sirve iluminar toda la ciudad de rosa, si una mujer no puede conseguir una mamografía en los centros públicos de salud…”.
Sin embargo, nos abruman de despliegue promocional y publicitario, desde la institucionalidad del gobierno, pretendiendo crear una ficción de eficiencia, compromiso, y atención, mientras problemas puntuales y críticos se dejan a un lado sin resolver. Por ejemplo, debatimos el problema financiero de la seguridad social, sin debatir seriamente, el modelo deficiente e inhumano de su administración. ¿Qué es lo principal, y qué lo secundario?.
Observamos, el constante problema de las avenidas y vías principales de las ciudades y del país que se encuentra en pésimo estado, y la solución es un parche de asfalto como “curita”, cuando la profundidad del problema es el diseño mismo de la carretera. Nos distraemos en el colorido del bosque, sin detenernos a observar la fragilidad del árbol.
Es momento de que institucional y colectivamente se haga consciencia del hábito enquistado de la procrastinación, que tienen nuestros servidores públicos y gobernantes que les impide y les nubla la visión de atender, de manera estratégica e integral, los problemas más importantes, y dejar a un lado lo irrelevante.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor)