Las 500 a Pánfilo Patricio
Por: Boris O. Núñez V.
Luego de la caída de Tarquino “El Soberbio”, como último rey de la naciente civilización romana, aproximadamente por el año 553 A. C. el pueblo de la región de la Lazio, decidió que era necesario crear un nuevo sistema de gobierno que reemplazara los abusos, desmanes, excesos y soberbia de su último gobernante. Se centraron en identificar qué situaciones o cosas estaban muy seguros que no deseaban volver a revivir, para así reconocer lo que buscaban. Es así como surgió la República en Roma.
La Res Publicae, la cosa que le pertenece al pueblo, se caracterizó en primer orden en observar que la concentración del poder no iba a recaer más en una sola persona. Si esto volvía a suceder, no podría ser por periodos prolongados de tiempo. Es así que la nueva vida republicana de los romanos, comienza su historia con la división del poder en manos de dos Cónsules denominados Magistrados, el cual uno se encargaba de dirigir todos los asuntos de competencia dentro de la ciudad, mientras que el otro se encargaba de la gestión del ejército en las legiones, con la avanzada de la conquista. Estos cargos se rotaban entre sí, con lo que cada uno tenía la oportunidad de ejercer ambas competencias.
Sin embargo, en varias ocasiones, ya sea en la ciudad o en las legiones, ocurrían focos de subversión y anarquía dentro de los límites de ambas circunscripciones, por lo que los magistrados perdían el control de dirección ante el caos y la desobediencia. Es en estas circunstancias excepcionales que era necesario, que existiese un solo liderazgo fuerte, temible, respetable, con autoridad y sabiduría. Así surge la figura de los Dictadores, quienes eran personas ordinarias con la capacidad de realizar acciones extraordinarias dirigidas a recuperar la seguridad, la paz, la convivencia, el respeto a la autoridad y la obediencia al estado de derecho, en un breve tiempo.
Luego de 118 años de habernos separado de la Unión a Colombia, motivados por el sentimiento de hacernos dueños de nuestro destino como nación libre e independiente, y de dejar atrás la historia de inmundicia, abandono, tiranía y caos en el Istmo, hoy debemos pensar si hacen falta otros 43,070 días más para reafirmar nuestra libertad e independencia. Aún no somos totalmente libres, porque hoy como pueblo “soberano” sobrevivimos condenados a pagar miles de millones de dólares en deuda; aún seguimos sobreviviendo a gobiernos autoritarios con mentalidad finquera y minifundistas que limitan el desarrollo nacional; aún seguimos viviendo en caos y desobediencia condenados al juega vivo, la corrupción ciudadana entre funcionarios públicos anárquicos y particulares, la inseguridad, la desunión y egoísmo nacional y la ignorancia alimentada por la falta de valores y virtudes cívicas.
Es el momento de preguntarnos de cómo queremos recomponer y refundar la Nación. Cuestionarnos qué no queremos más, para así abrir paso al Panamá ideal, y dejar de ser lo que más reprochamos y convertirnos en lo que anhelamos. Se hace necesario un alto al reproche y la crítica estéril entre todos para que, desde el más necio hasta el más refinado, nos comuniquemos en una sola lengua que nos permita hacernos entender. Nuestros pánfilos hijos necesitan que nosotros, los Patricios adultos, retomemos la empatía ciudadana hacia ellos, sin mezquindades ni soberbia.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor)