A un año de las elecciones 2024
En mayo de 2024 se llevarán a cabo las elecciones generales para elegir a un nuevo presidente de la República. Será el número 55 desde 1903 hasta el presente y en los casi 120 años que llevamos de vida republicana, nuestra nación ha vivido muchos ciclos y escenarios políticos tan complejos e impredecibles, pero como el momento actual, ninguno ha sido tan parecido como al que vamos a encarar el próximo año.
El escenario de Panamá se dibuja con una proyección de crecimiento económico de 4.2% de nuestro Producto Interno Bruto (PIB) en el que las principales actividades que impulsan la generación de riqueza son los servicios, comunicaciones, transporte, construcción y comercio. La tasa de desempleo, de manera conservadora, se sitúa en un 9.9%, es decir, casi 400,000 panameños que están buscando trabajo. La deuda pública nos acaricia con un exorbitante monto de 44,000 millones de dólares, con el riesgo de seguir aumentando. Y aparte de los servicios, que es nuestro sector económico relevante, lo poco que producimos es alimentos y bebidas, productos minerales y metálicos, que son exportados, muebles y equipos de transporte.
En lo social, nuestro escenario se enrarece cada día más, puesto que el flagelo que castiga a la población es la desigualdad en la distribución de la riqueza que se genera. Se mantienen elevados los índices de pobreza urbana, rural y extrema los cuales se traducen en una prestación de servicios públicos deficientes y caóticos en educación y salud, que no aseguran un estado de bienestar cónsono con los envidiables números de crecimiento económico que nos sitúan en mejores posiciones que otros países en la región centro y suramericana.
Estos dos escenarios contrastados, nos lleva al análisis del escenario político en la que la falta de confianza hacia las autoridades electas coloca a la clase política partidista y la de libre postulación en un contexto en el que se pone a prueba la poca credibilidad y esperanza que aún queda en el ciudadano que está interesado en ejercer su voto.
El porcentaje de abstencionismo es probable que aumente, aunque históricamente a los panameños, nos gusta ejercer el derecho a votar, pero cada día hay que recuperar esa confianza. Ante este escenario, todavía lleno de incertidumbres y dudas, no es claro definir un pronóstico contundente.
Observamos algunos de los perfiles presidenciables que se asoman a la vista. Un expresidente, que luego de una ausencia notoria, por atender sus inversiones en República Dominicana, e invertir su fortuna, quizás lograda en Panamá, pero que generó empleo y riqueza a los dominicanos, decide regresar a la carrera presidencial. Otro expresidente, que los rumores de pasillo en la vereda tropical afirman que pronto será tachado por una llamada lista Clinton, que lo hará convertirse en indeseable en los corrillos del poder económico local y extranjero. Precandidatos, que durante estos meses de junio y julio deben retarse en elecciones primarias, para mantener el afecto de sus copartidarios, que piensan reelegirse como gobierno, apelando a la fama de ser el partido más grande en el país, pero también el que genera más repudio y descontento.
En la otra esquina quien aspira a encabezar una gran alianza que haga contrapeso al estatus quo de la política tradicional, en el que la figura más incuestionable y limpia es el presidente de un colectivo político que poco a poco ha estado haciendo las cosas bien con paso firme y decidido, expulsando el “que hay pa´ mí”.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
2 Comments
Waoo, muy buen análisis. Saludos!!
Muchas gracias por tu comentario, Helena.
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