Brasil: América Latina: el CICR y los países avanzan hacia la creación de normas regionales comunes de gestión e infraestructura carcelaria
Representantes de diez países se reunieron esta semana en Brasilia para intercambiar experiencias; según los participantes, de ese intercambio pueden surgir denominadores comunes.
Para apoyar a las autoridades penitenciarias latinoamericanas en la creación de un manual con criterios y estándares técnicos de diseño de establecimientos carcelarios adaptado a la región, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) reunió entre el 26 y el 28 de abril a representantes de los sistemas penitenciarios de diez países. Esta iniciativa forma parte del proyecto Criterios para Estándares Técnicos de Infraestructuras Penitenciarias (CETIP).
El objetivo es crear un documento con sugerencias para definir estándares de infraestructura carcelaria en la región adecuados a los principios fundamentales de las Reglas Nelson Mandela, normas universalmente reconocidas para orientar a los países respecto del trato a las personas privadas de libertad.
“Respetando siempre los principios fundamentales de las Reglas Nelson Mandela, apuntamos a desarrollar criterios de diseño y construcción de cárceles basados en la dignidad de las personas, tanto las que se encuentran privadas de libertad como el personal penitenciario y los visitantes, y en la humanización de las prisiones“, declaró el jefe de la delegación regional del CICR para Brasil y los países del Cono Sur, Alexandre Formisano. “Como siempre dijimos, el CICR no fomenta la construcción de centros penitenciarios ni desea erigirse en actor con capacidad para apoyar esa tarea. Sin embargo, creemos que podemos ayudar a consolidar esas ideas de humanización de la privación de libertad apoyando este proyecto colectivo desarrollado por los países de la región para los países de la región”, afirmó Formisano.
Según el director nacional de la Gendarmería de Chile (el órgano responsable del sistema penitenciario del país), Christian Alvear, durante muchas décadas los espacios de detención fueron considerados como verdaderas “bodegas humanas” en muchos países y “eso es lo que tiene que cambiar“. “La persona está privada de libertad, no está privada de dignidad. Tenemos que avanzar hacia esa mayor humanización y dignificación del sistema penitenciario“, sostiene Alvear. “En ese sentido, el Comité Internacional de la Cruz Roja entrega luces, un camino, una visión, que es muy importante para todos“, afirma.
Una ventaja de contar con normas definidas en conjunto por los países latinoamericanos, según la jefa de infraestructura del Ministerio de Justicia y Paz de Costa Rica, Marlen Chinchilla, es el documento está pensado para ir más allá de directrices generales y aportar indicaciones técnicas concretas. Chinchilla también sostiene que un consenso entre países con similitudes, como los de América Latina, y creado por profesionales técnicos atendería las necesidades específicas de la población privada de libertad en la región.
“Es un producto hecho por los expertos, porque realmente todos los que estamos acá somos los que día a día luchamos con las necesidades y la realidad de nuestros países en los centros penitenciarios. Entonces (el documento que será creado por el CETIP) es una norma hecha por los que están en los centros, los que diseñamos, los que construimos, los que conocemos la realidad de cada cárcel“, explica Chinchilla.
Actualmente, el CETIP cuenta con el compromiso directo de 10 países latinoamericanos que participan activamente en el desarrollo de su contenido. En las reuniones celebradas este año, los participantes discutieron acerca del alojamiento para grupos de atención diferenciada, el alojamiento temporario por motivos de seguridad, una herramienta para calcular la superficie de las celdas y las necesidades especiales de mujeres que afectan la infraestructura penitenciaria, entre otros temas.
Más información sobre las Reglas Nelson Mandela
Las Reglas Nelson Mandela, adoptadas inicialmente en 1955, en el primer congreso realizado en Ginebra sobre prevención del delito y trato de infractores, reúnen 122 recomendaciones con un paradigma de encarcelación centrado en la justicia y en la necesidad de preservar la dignidad de las personas privadas de libertad.
Los países signatarios del documento son alentados a promover condiciones humanitarias de encarcelación y a valorar la labor de los profesionales del sistema penitenciario como un servicio social. Sin embargo, la propia ONU reconoce que no todas las prácticas pueden aplicarse uniformemente, debido a la diversidad de las realidades jurídicas, sociales y económicas de los países.
Las Reglas Nelson Mandela, revisadas el 22 de mayo de 2015, entienden que la privación de la libertad, por sí sola, ya es una penalidad, y que las personas no deben ser expuestas a condiciones adicionales de sufrimiento ni perder su dignidad durante el cumplimiento de la pena.
La primera regla del documento considera que ninguna persona privada de libertad debe ser sometida a tortura ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. También prevé que siempre debe garantizarse la seguridad de los reclusos, del personal penitenciario, de los prestadores de servicios y de los visitantes.
Las Reglas Nelson Mandela deben aplicarse con imparcialidad, sin discriminación por motivos de condición social, color, sexo, género, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole. También se prevé la necesidad de una atención diferenciada hacia las personas que se encuentran en especial situación de vulnerabilidad en el encarcelamiento (menores, adultos mayores, mujeres, personas con discapacidad, población LGBTIQA+, entre otros).