COVID-19: Las personas que viven en zonas de conflicto no pueden ser olvidadas en el esfuerzo mundial de vacunación
Las personas que viven en zonas de guerra corren el riesgo de ser las últimas del mundo en tener
acceso a las vacunas COVID-19. De los 25 países con las tasas de vacunación más bajas del mundo
en la actualidad, más de la mitad están inmersos en conflictos armados y violencia.
En vísperas de la Asamblea Mundial de la Salud, el CICR pone de relieve a los millones
de personas que siguen corriendo el riesgo de contraer el COVID-19: las personas que viven en
situaciones de conflicto y violencia armada y que aún no han recibido una sola dosis de vacuna.
“Dos años después, nuestro cansancio en torno a la pandemia no puede nublar el hecho de que ésta
no ha terminado y que las nuevas variantes del virus, potencialmente mortales, siguen siendo una
amenaza real para nuestra vuelta a la normalidad y, lo que es más importante, para las vidas humanas“, dijo Sophie Sutrich, jefa del equipo de gestión de COVID-19 del CICR.
“La variante Omicron muestra lo que puede ocurrir cuando grandes bolsas de personas no están vacunadas, lo que lleva a la replicación del virus y a la posible aparición de variantes que las vacunas no cubren. El control de este virus -y de futuros virus- sólo será posible si invertimos en los sistemas de atención sanitaria y nos aseguramos de que todo el mundo está incluido en los esfuerzos de vacunación, incluidos los que se encuentran en zonas de conflicto de difícil acceso“.
La OMS estima que la pandemia de COVID-19 causó la muerte de casi 15 millones de personas en todo el mundo, una estadística devastadora que subraya tanto la urgencia de poner las vacunas a disposición de todos como de invertir en los sistemas de atención sanitaria. Los conflictos armados se cobran un alto precio en los sistemas de atención de salud, dejando la infraestructura dañada o descuidada y complicando las cadenas de suministro.
Por ello, el CICR facilita la vacunación en las zonas de última milla ayudando a obtener acceso a través de las líneas de frente mediante su labor humanitaria neutral, y ayudando con la logística del transporte y las cadenas de frío.
Los países en conflicto suelen tener problemas inherentes para llevar a cabo las vacunaciones, como la falta de cadena de frío y de capacidad de almacenamiento, la falta de electricidad, las escasas capacidades sanitarias debidas al colapso de los servicios de salud, la falta de personal sanitario y la precariedad de las infraestructuras, incluidas las redes de carreteras difíciles y subdesarrolladas.
Con demasiada frecuencia, en las zonas de conflicto, el personal sanitario es atacado o se ve obligado a huir. Cuando los médicos y las enfermeras, así como las clínicas y los hospitales en los que trabajan, no están protegidos por las partes de un conflicto, toda la comunidad sufre. A menudo, esto significa que la gente no tiene dónde ir para buscar atención, y mucho menos vacunas COVID-19.
El CICR trabaja con urgencia para que las vacunas lleguen a los brazos de algunas de las poblaciones más vulnerables, colaborando con los asociados del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de todo el mundo para apoyar la vacunación contra la COVID-19 en los conflictos armados.
Ejemplos Operacionales:
– Colombia:
El CICR ha negociado en varias ocasiones que los equipos de vacunación pudieran acceder a las comunidades bajo influencia de grupos armados no estatales para la vacunación de COVID-19.
– Myanmar:
El CICR en Myanmar ha apoyado las campañas de vacunación contra el COVID-19 en los centros de salud cercanos a las zonas fronterizas.
– Mozambique:
El CICR facilita el transporte de vacunas y los equipos de vacunación del Ministerio de Salud en los distritos afectados por el conflicto en la región central y en la provincia norteña de Cabo Delgado.
Campaña de sensibilización sobre la vacunación en zonas de conflicto.
Hoy, el CICR lanza una campaña, que incluye un impactante cortometraje, para sensibilizar sobre esta urgente cuestión.
https://www.icrc.org/es/vacuna-covid-tramo-mas-dificil
Esta campaña pretende poner de manifiesto la difícil situación de las decenas de millones de personas que se encuentran en la última milla y que pueden no estar incluidas en los planes nacionales de despliegue de vacunación, debido a la falta de capacidad y/o de voluntad política.
Entre ellas se encuentran las personas desplazadas, detenidas o que viven bajo el control de grupos armados no estatales (GNAE). En la actualidad, estimamos que hay más de 50 millones de personas que viven en zonas controladas por los grupos armados no estatales, la gran mayoría de las cuales no tienen acceso a las vacunas COVID-19.
El CICR cree firmemente que el acceso a las vacunas COVID-19 debe ser incondicional: ningún aspecto político, financiero, jurídico o logístico debe frenar los esfuerzos para llegar a las personas en conflicto y en los entornos más frágiles.
Disponer de dosis de vacunas es sólo una parte de la solución a esta crisis. Debemos asegurarnos de que la vacuna llegue desde la pista del aeropuerto hasta los brazos de los más vulnerables.
En concreto, el CICR pide a los gobiernos, a los grupos armados no estatales, a los fabricantes de vacunas y a los donantes que:
1) Ayudar a producir y suministrar más vacunas a los países que sufren conflictos;
2) Proporcionar una mayor inversión en los mecanismos y la capacidad de distribución local para garantizar que las vacunas salgan de las pistas de los aeropuertos de las capitales y lleguen a las personas que viven en primera línea y en zonas remotas;
3) Integrar las vacunas COVID-19 en una estrategia sanitaria más amplia que refuerce y apoye los sistemas de atención sanitaria debilitados por los conflictos y la falta de inversión; y
4) Reconocer el principio fundamental del Derecho Internacional Humanitario de “prevención de enfermedades” como objetivo médico, incluida la administración de vacunas, para garantizar
el acceso a todos los que viven en zonas de conflicto.
Acerca del CICR
Creado en 1863, el CICR opera en todo el mundo ayudando a las personas afectadas por los conflictos y la violencia armada y promoviendo las leyes que protegen a las víctimas de la guerra. Es una organización neutral, independiente e imparcial, cuyo mandato se deriva de los Convenios de Ginebra de 1949. Tiene su sede en Ginebra, Suiza, y trabaja en más de 100 países.