Epístola a Pánfilo Patricio
Por: Boris O. Núñez V.
El ser agente residente de una sociedad anónima y dentro del ejercicio de la abogacía, no es un delito. Mucho desconocimiento y confusión reina hoy en día en la opinión pública, en profesionales de diferentes ciencias que no son la jurídica, y al parecer sorprendentemente, entre un reducido número de pasantes, principiantes o profesionales del derecho que desconocen el fundamento de su carrera.
Ciertamente la profesión y el ejercicio de la carrera del derecho, en tiempos contemporáneos, se ha tornado compleja y llena de desafíos. Por un lado, ejercemos en medio de una realidad mundial, por la presión hacia una renta fiscal global impulsada por el nuevo orden económico que se impone a jurisdicciones territoriales, eficientes y de estado de bienestar, como lo es la panameña; y por el otro lado, la propia omisión del Estado panameño de administraciones recientes sumisas, en defender el interés nacional, de fortalecer nuestro sistema de sociedades y servicios legales.
El ejercicio de la función del agente residente no absorbe las responsabilidades que por ley, se le atribuye a los accionistas, directores, dignatarios o apoderados de una sociedad anónima o comercial que requiera la labor coadyuvante de un abogado o firma de abogado.
El abogado que funge como agente residente ofrece sus servicios partiendo de un principio de buena fe, que las entidades que se constituyen bajo su refrendo serán destinadas a propósitos lícitos y legítimos. De igual manera es un operador coadyuvante al Estado en la responsabilidad que tienen los accionistas de cada sociedad de contribuir en el cumplimiento de las cargas, administrativas, sociales y tributarias establecidas por nuestras normas nacionales vigentes.
Se hace imperante la comprensión por parte de cada letrado, que, en el caso específico del agente residente, éste asume un rol determinante para la colaboración y gestión de la administración del Estado y de la Justicia, mas no es su rol el ser gendarme ni policía fiscal del mundo, atentando contra la propia naturaleza de su servicio.
El ejercicio de la profesión del derecho, que se personifica en la figura de “Pánfilo”, es víctima y rehén de una política exterior genuflexa, complaciente y sumisa a la voluntad de organismos internacionales, los cuales abordan esta realidad como una imposición, observada desde los ojos de los miembros de estos organismos, lo cual aspira a ser, no más que una política “Patricia” de cartel.
El Estado, el gobierno nacional, la comunidad empresarial, el gremio abogadil, así como también las generaciones de futuros abogados que vienen en camino, debemos sumar esfuerzo para que la actividad profesional de servicios legales, específicamente de ser agente residente, no decaiga en su utilidad, eficacia y credibilidad. Debe diseñarse una política pública que resuelva el problema del debilitamiento de la imagen y marca país, en el servicio legal de constitución de sociedades comerciales (anónimas), que permitan recuperar el posicionamiento global de Panamá, ante la comunidad internacional.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor)