La emblemática y exuberante guacamaya escarlata habita dentro del Parque Nacional Coiba
Ara macao se distribuye desde Panamá hasta la zona del Mato Grosso en Brasil. También habitan en grupos pequeños a lo largo de la frontera con Costa Rica.
Panamá posee grandes riquezas naturales y variada biodiversidad. El Parque Nacional Coiba en Veraguas, es hogar de una de las aves más hermosas de América: Ara macao, comúnmente conocidas como Guacamaya Escarlata, por lo vibrante de sus colores que se encuentran en sus alas.
Nuestro istmo cuenta con cinco especies de guacamayas, siendo la Ara macao la más colorida. Las guacamayas escarlatas dependen del bosque tropical de Coiba porque en él encuentran su alimento y lugares adecuados para su anidación y la cría de sus polluelos. Aparte de este lugar, también están en zonas remotas de la provincia de Azuero, donde habitan unos pocos ejemplares.
Así viven
En el interior de la isla se alimentan de los frutos de árboles, en especial de los almendros. Este árbol es nativo de Asia. Debido a que sus frutos soportan altos niveles de salinidad, ahora crecen en casi todas las costas de los trópicos americanos.
Las guacamayas buscan cavidades en la parte alta de los árboles, específicamente sobre los 30 metros de altura, a fin de construir sus nidos. También aprovechan nidos abandonados hechos por otras aves.
Esta realidad se ha visto afectada por acciones antropogénicas que ponen en riesgo la existencia de estas especies. La destrucción de su hábitat y su captura para el comercio han contribuido a la disminución de sus poblaciones, habiendo desaparecido de algunas áreas de su distribución original.
Michele Caballero, bióloga de la dirección de áreas protegidas del Ministerio de Ambiente, explicó que la deforestación y destrucción de su hábitat provocó su extinción en la provincia de Chiriquí y en la mayor parte de Veraguas. “Lamentablemente aún las capturan por sus plumas y roban sus pichones para venderlas como mascotas”, detalla.
La hembra pone entre uno y cuatro huevos, pero rara vez se desarrollan más de dos. Con cuatro meses de nacidos emprenden vuelo y conocen las bellezas de la isla. Sus primeros recorridos serán siempre vigilados por sus padres.