Las 500 a Pánfilo Patricio
Olimpiada Mundial de Robótica 2023
Por: Boris O. Núñez V.
“El Estado formulará la política científica nacional destinada a promover el desarrollo de la ciencia y tecnología” (Artículo 83, Constitución Política de la República de Panamá). Resaltamos esta disposición de nuestra carta magna, dado que recientemente se ha anunciado que nuestro gobierno ha comprometido al país en la organización de la próxima Olimpiada Mundial de Robótica en el año 2023, siendo elegida sede, por encima de las candidaturas de Estados Unidos, México y Hungría, entre otras.
Lo peculiar de tan fascinante noticia es que para ese año debemos ser un país modelo y faro de luz en la región en cuanto a la dotación de recursos presupuestarios en educación, ciencia, tecnología y salud que contribuyan a fundamentar una cultura y tradición académica, científica y de investigación. Sin embargo, la realidad reciente y actual nos indican que reina la opacidad en la lumbre que debe guiarnos a tan gran evento.
Es un hecho que a nivel del conjunto de países de Iberoamérica se destina el 0.74% del Producto Interno Bruto (PIB) en gastos de actividades de ciencia y tecnología (ACT), cuando en países como Estados Unidos y Alemania, asignan hasta un 3% de su PIB y Corea del Sur e Israel, un 5% del PIB. Para ubicarnos en un contexto más próximo, nuestros vecinos del área, Costa Rica y Colombia asignan de sus recursos a estos gastos de ACT un 2.67% y 0.61% de sus PIB, respectivamente.
La realidad panameña, según los datos que hemos obtenido de la web de la Red Iberoamericana de Indicadores en Ciencia y Tecnología, refleja en la última publicación que data del año 2017, que nuestro gobierno invirtió en aquel entonces un 0.75% del PIB en ciencia y tecnología. Según fuentes periodísticas nacionales del 2019, el aporte que hizo la administración gubernamental a este sector fue solamente de un 0.19% con respecto al producto interno bruto. Para ese año el presupuesto estimado entre el Instituto Conmemorativo Gorgas y la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, no había sobrepasado la cifra de los 100 millones de dólares entre ambas instituciones, y lo que al final resultó el presupuesto asignado y aprobado por ley, no superó siquiera los cincuenta millones de dólares entre ambas instituciones.
Sin una inversión en ciencia y tecnología cónsona con las necesidades sociales del país, a partir de un robustecimiento de los pilares de la educación, no podremos seriamente pensar en resolver los conflictos estructurales que nos anclan al subdesarrollo. Si Pánfilos ni Patricios se sensibilizan en la importancia que tiene este tema para la próxima Olimpiada Mundial de Robótica 2023, no tenemos derecho a soñar en mejorar la educación, la salud, la investigación, la alimentación, la vivienda, el empleo, el deporte, la cultura, los negocios, emprendimientos, entre otros desafíos más.
Si no empezamos a considerar la ciencia y la tecnología como resortes y herramientas de crecimiento y desarrollo para mejorar nuestras condiciones de vida a largo plazo, seguiremos estando condenados a sobrevivir los mismos problemas cotidianos y reciclados, generación tras generación.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor)