Las 500 a Pánfilo Patricio
Manifiesto del Cambio 4: “A la Corrupción hay que encararla”.
Por: Boris O. Núñez V.
Si todos los panameños pudiésemos ponernos de acuerdo, en la identificación de un problema estructural que hemos vivido por años, décadas y en más de un siglo de vida republicana, que nos ha anclado en un círculo vicioso constante, nos arriesgamos a señalar que éste es el de la corrupción. Entendamos que la corrupción puede ser entendida como la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios que facilita una institución pública por parte de sus gestores y para provecho propio en cualquier índole.
De manera disimulada, oculta, evidente o descarada la corrupción se ha manifestado por mucho tiempo, y quizás se ha hecho más palpable y visible en la era democrática post invasión. Lo cierto es que generaciones anteriores al golpe de estado de 1968, las que se consolidaron en los 21 años del proceso revolucionario y aquellas que se han gestado en los más de 30 años de la era democrática a partir de 1989, todas pueden llegar al consenso que nada en lo esencial ha cambiado para erradicar este flagelo. Es una herencia que se ha sucedido como legado y patrimonio generacional en nuestro “adn” cultural.
Cuántos años más queremos seguir viviendo así en medio de la decepción, la frustración, el enojo y la desesperanza que se cultiva en cada acto de corruptela que toleramos como sociedad. Un candidato a elección popular no puede comprar el voto del ciudadano, si el mismo no se vende por bonos de plan solidario, becas de PASE-U, bolsas de comida o promesas de puestos en el gobierno.
Ese ciudadano que habita en todos los estratos sociales, en el campo y la ciudad, en la opulenta región interoceánica como en las provincias marginadas y más pobres del país, que comparte las mismas garantías y derechos fundamentales que la Constitución Política de Panamá le provee, es ese mismo hombre y mujer panameño que tiene en su voluntad la decisión de cambiar todo lo que le aqueja política y socialmente.
Sin embargo, ese ciudadano que se viste de colores como aquel “… toro enamorado de la luna…”, debe cuidarse del fenómeno del «gatopardismo» que en palabras del politólogo italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa significa «cambiar todo, para que nada cambie». Cuidarse de aquellos pregonados “planes”, “proyectos”, “iniciativas gubernamentales” superficiales que la actual administración pública a toda voz grita en educación, salud, vivienda, trabajo, ambiente, entre otros, pero que no atienden las raíces de los problemas estructurales de cada temática.
Es necesario innovar en nuestros mecanismos de debate y construcción de consensos en cuanto a cómo pretendemos encarar la corrupción, reconociendo que somos producto de“… la pluralidad formada por los ciudadanos de todos los sectores sociales, políticos, religiosos, culturales, étnicos y económicos; unidos por los ideales de prosperidad, paz y progreso social…” (Artículo 8, numeral 4 Declaración de Principios de Cambio Democrático).
Einstein dijo que: “Una locura es hacer una cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Si buscamos resultados distintos, no caigamos en el error de hacer siempre lo mismo.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor)