Las 500 a Pánfilo Patricio – El dictamen silencioso de una frustración ciudadana que despierta.
No hubo hordas kilométricas de personas marchando por el pavimento de la Calle 50, tampoco tamboritos resonantes en el puente de Santiago, y mucho menos la carretera interamericana bloqueada por los panameños de “gana’o bravo” que se hicieron sentir enérgicamente en octubre y noviembre pasado, pero la protesta que estremeció el 5 de mayo de 2024, resentida y dirigida al sistema de partidos políticos tradicionales, se demostró con el voto protesta silencioso.
Todo tiene un principio y final, y el actual destino de los partidos políticos tradicionalmente constituidos, ya inicia una cuenta regresiva hacia su debilitamiento e incredulidad. La percepción social hacia la política en Panamá, ha resentido que la práctica tradicional dentro de los colectivos políticos en la que prevalece la ausencia de debates y análisis de políticas públicas, la carencia de formación electoral, política y sociocultural sobre las realidades y regiones del país, y la falta de habilidades blandas como el diálogo, la tolerancia, la capacidad de negociar, de disentir y de respetar las opiniones contrarias, está conduciendo el debilitamiento de las estructuras formales de los colectivos partidistas.
El movimiento orgánico de la libre postulación se fortaleció con el descontento acumulado y alimentado por las frustraciones sociales. Esa frustración atascada en la garganta del panameño de a pie, enlista una cadena interminable de problemas, que cada gobierno al frente de partidos políticos tradicionales, desde el año 2014 a lo más reciente, no atienden con capacidad, diligencia y prontitud.
Parafraseando “Preludio a la Destrucción”, de Roberto Henriquez, “… miren a lo humano, como se derrumba, acabaremos todos, en una inmensa tumba; hablamos del odio, que sienten los chinos, y odiamos nosotros también al vecino, soñamos con paz y un bello destino…”, plantea una aproximación al sentir que a lo interno de los partidos políticos tradicionales pudiesen estar viviendo en estos momentos, en proporciones guardadas, a raíz de los recientes resultados electorales.
La realidad política en Panamá se ha dividido en dos mitades, la tradicional partidista y la nueva corriente de libre postulación de estructuras orgánicas y no formales que fueron impulsadas principalmente por el repudio y malestar hacia los colectivos partidistas.
Si de manera oportuna, los partidos políticos no retoman su esencia de preparar al ciudadano para asumir las riendas del gobierno, con una formación idónea para encarar, desde la autoridad del poder formal, los problemas vitales de la sociedad, la institución partidista de la política comenzará a desmoronarse y derrumbarse sin la capacidad de construir confianza en la población.
Los partidos políticos debemos entender y asimilar que el ciudadano espera más del gobierno y de sus autoridades, y pagan las consecuencias de no preparar debidamente, dentro de su membresía, a los hombres y mujeres para actuar con diligencia, desde las instancias del poder gubernamental y de forma coherente y congruente con la realidad nacional.
El destino de quedar como un partido político derrumbado no es para Cambio Democrático. Habrá que renovarse y replantearse muchas cosas.
“Vive honestamente, no le cause daño a nadie y dele a cada uno lo suyo”.