Las 500 a Pánfilo Patricio – “El ejemplo de una panameña común”
Por: Boris O. Núñez V.
Hace un año y dos semanas exactamente, a una panameña que convivió entre la esperanza de la lotería y la frustración de nuestros gobernantes, le diagnosticaron una terrible enfermedad terminal. Su decisión fue no someterse a ningún tratamiento de quimioterapia ni radioterapia, ya que su convicción fue vivir con la mejor calidad de vida en sus últimos días. Esa mujer de fortaleza, comprensión y determinación es Carmen Vásquez de Wilson, un ser humano que entre 8 mil millones de personas en el mundo, en el nuestro era capaz de iluminar a 8 mil millones de almas.
Para muchos que no la conocieron, les puedo confesar que su brillo y carisma los alcanza, porque de alguna forma, su alegría que vivió con nosotros nos enseñó, que a cada persona que uno va conociendo en nuestro camino, hay que ofrecerles comprensión, alegrías y amor.
Para los que la conocimos directamente, ya sea en el seno de nuestra pequeña familia o porque en su camino construyó puentes sólidos de amistad, lealtad, fraternidad y solidaridad, definitivamente que fue, es y seguirá siendo un ejemplo de amor familiar, comprensión, aceptación, y perdón a pesar de los errores que se cometan.
Nuestra sociedad panameña está viviendo momentos muy difíciles de desunión familiar y disfuncionalismo. Se hace necesario, cada día que transcurre, que retomemos el rescate de la familia y la disciplina de inculcar a las futuras generaciones, los valores y pilares rectores que nos permitan construir y edificar en unidad e integridad, el comportamiento de nuestros ciudadanos.
Para ser una nación próspera, con una correcta y adecuada distribución de nuestra riqueza, libre de la pobreza y de la corrupción que nos agobia, se necesita que en el seno de cada casa familiar, se construyan los baluartes del hogar. Un templo del calor humano entre padres, hijos y amigos. La construcción de un país próspero comienza con los cimientos que edificamos en nuestros hogares y con el trato que le dispensamos a cada uno de los integrantes de la familia.
Gracias a Carmen Vásquez de Wilson, pudimos aprender, dentro de nuestras reflexiones personales, que no se necesita de bienes materiales para conquistar la felicidad, si no que ésta se va transformando en un camino permanente cuando sonreímos a pesar del dolor, cuando decidimos ser firmes en nuestras convicciones, y siempre y por siempre honrar el amor familiar.
La opinión de Las 500 a Pánfilo Patricio de esta semana, es dedicada a cada una de las personas que de manera directa o indirecta forjaron una relación con Carmen Vásquez de Wilson e hicieron de esta persona un ser abierto al aprendizaje y sabiduría de la vida. Gracias a todas las personas que compartieron con ella algo muy valioso, el Tiempo.
Es el tiempo para despedir a una persona grande en su amor. Gracias por acompañarnos en esta sensible despedida, que como diría el famoso Roberto Carlo (el cantante favorito de ella), es la despedida de “…un Gato Azul, que está en nuestro cielo, no va a volver a casa si no está… el Gato que está triste y Azul, nunca se olvida, nunca se olvida, … que en mis ojos, una lágrima hay”.
Hasta pronto Carmen Vásquez de Wilson, la madre abnegada, la tía querida, la abuela amorosa, la amiga incondicional y la hermana leal.
Hasta pronto,
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor).