Las 500 a Pánfilo Patricio – La Primavera Panameña y purgatoria
Es muy probable que algunos recuerden entre el 2010 y 2012 los acontecimientos que llevaron a la caída de ocho gobernantes de la legión árabe, como en Egipto (Hosni Mubarak), Libia (Gadafi), y la sociedad siria, que aún está convulsionada luego de una década de la conocida Primavera Árabe. Todo se desencadenó por la frustración de un vendedor ambulante en Túnez, que se inmoló como medida de protesta contra un gobierno autoritario tunecino, el cual llevó a su caída y la de siete gobernantes más en países árabes.
Panamá, aunque llevamos más de treinta (30) años de la caída del gobierno militar y de reinstalarse un sistema democrático en que se escogen los gobernantes cada cinco años, las causas de la frustración y hartazgo acumulado, durante estos años, nos ha dado la experiencia de que hemos vivido supuestamente liberados de una bota militar autoritaria, pero con el mismo paraguas de una Constitución de 50 años, que ha propiciado la metamorfosis del verde oliva a un lobo vestido con piel de oveja.
El diseño de nuestra sociedad democrática, económica, social, política y cultural, está basado en un sistema que está comprobadamente descuadrado. El sistema político instaurado desde las bases de la Constitución de la República de Panamá ya está agrietado. ¡Colapsa!, y el conflicto que estamos afrontando, nos demuestra el resentimiento social perenne hacia una clase gobernante, en contumacia con las élites de poder, que por años no han atendido los problemas de fondo de la sociedad panameña.
El presente estallido social encuentra su punta de iceberg en la Ley 406 de 2023 que aprueba un contrato minero inconsulto y que no refleja la voluntad popular. El método utilizado para su aprobación es lo que hizo estallar la furia del soberano pueblo. Años de años que el ciudadano lleva quejándose de un sistema de gobierno que no resuelve los principales problemas en la salud, educación, servicios públicos, empleo decente y bien remunerado, asfixia bancaria y financiera, poder adquisitivo disminuido, y una acumulación de las riquezas del país en manos de unos pocos, mientras la gran mayoría de la población ve pasar frente a su casa el derroche y desgreño en la cosa pública.
Es en este punto el hartazgo acumulado del panameño, encontró su grito de guerra primaveral. Aún no podemos aseverar que se trata de una “primavera a lo panameño”, pero lo cierto es que se comparte la frustración e impotencia del ciudadano, así como ocurrió hace 10 años atrás en Túnez.
De nada nos servirá este acto de constricción y de dignidad nacional, si luego de darse el fallo de la Corte Suprema de Justicia que resuelva este conflicto de fastidio acumulado, todo sigue igual como antes.
Estos son los tiempos en que debe emerger un liderazgo político que muestre una hoja de ruta, que signifique la purga del sistema político colapsado que no resuelve las principales aspiraciones y necesidades del soberano pueblo panameño. Luego de esta experiencia la consigna, independientemente si resulta la inconstitucionalidad o no de la Ley 406 de 2023, debe ser la refundación del Estado panameño con nuevos principios que aseguren el bien ser, el bienestar y el bien hacer del ciudadano con una nueva República.
“Vive honestamente, no le cause daño a nadie y dele a cada uno lo suyo”.