Las 500 a Pánfilo Patricio – Manifiesto del Cambio 23: “Separa el problema de la persona”
Por: Boris O. Núñez V.
Separar el problema de las personas. Fácil decirlo, pero no lo es cuando se trata de personalidades evasivas o altamente competitivas, que actúan desde una posición presuntamente dominante o de poder.
Cuando nos referimos a una posición es a la exigencia o punto de partida con el cual se inicia cualquier negociación, y esta es conocida como un proceso de intercambio entre dos o más personas que procuran influirse recíprocamente con tal de satisfacer sus más profundos intereses. Se trata de la primera demanda, las solicitudes iniciales, las reclamaciones con las cuales una persona expone el arranque del proceso, a fin de demarcar el contexto por el cual se encuentra, y pretende obtener los resultados que necesariamente debe asumir con su contraparte.
Sin embargo, una negociación no debería ser un festín de concesiones solo para una de las partes, normalmente la que logra colonizar el proceso, si no que, al ser un método influyente entre dos pares, dicha influencia debe ser ejercida desde la base del bienestar común existente entre aquellos que ejercen ese rol negociador.
No obstante, lo más complicado en este tipo de procesos es lograr identificar, coordinar y trabajar los intereses comunes entre las partes, sobre todo porque la práctica tradicional es asumir la defensa agresiva de las posiciones individuales por encima de la identificación de las coincidencias.
Si las partes no logran valorar, que el tipo de relación que existe entre la personas que fungen como negociadores, es totalmente aparte del problema que es la esencia de los asuntos a negociar, y tampoco trabajan en aquellos aspectos que más los acerca a un entendimiento, y en lugar de ello se concentran más en acentuar los mea culpa, las diferencias y las etiquetas, sin abandonar nunca las posiciones radicales, el resultado al final de la negociación será profundizar las brechas y distanciamientos en la relación y comunicación de los actores intervinientes dentro del rol de facilitadores o negociadores, sin llegar a resolver de raíz los conflictos.
Algunas de estas descripciones las podemos observar muy a menudo en las relaciones entre trabajadores y empresarios; las bases de los movimientos populares y los representantes del gobierno en medio de una mesa de dialogo; y en cualquier escenario en el que se plantea una relación de poder, pero que no puede avanzar ni obtener resultados si durante el proceso de negociación las partes no se preocupan de influir y convencerse entre sí, para lograr los objetivos estratégicamente planificados en la negociación.
Separar el problema de las personas, implica el abordaje humano, pero firme de los asuntos a negociar, tomando en consideración que la disputa no es más que una incompatibilidad en los intereses de las partes, y dependerá del grado de consciencia que practiquen los negociadores para que dichas desavenencias encuentren un punto de coincidencias y comunidad.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor).