Las 500 a Pánfilo Patricio – Manifiesto del Cambio 24: “Legalidad y Legitimidad en el proceso de la mesa única de diálogo”
Por: Boris O. Núñez V.
Estamos respirando una tensa calma. Luego de concluido casi dos meses del estallido social provocado por el alza en los precios de alimentos, medicamentos y combustible, enardeciendo la paciencia y tolerancia del consumidor panameño, hoy por hoy nos encontramos a la expectativa, de qué es lo que va a resultar finalmente de la Mesa Única de Diálogo instalada en Penonomé.
No olvidemos que la principal causa por la que se instala esta Mesa en Coclé, es por la evidente falta de confianza en las instituciones gubernamentales. El Presidente de la República, al regresar de su viaje por asuntos médicos, solicita a la Iglesia Católica, que sirviese de mediadora ante la crisis y caos que se estaba viviendo al inicio del mes de julio, con cierres de calle, protestas violentas y la incertidumbre.
Es a partir de la aceptación, un poco apresurada, por parte de la Arquidiócesis de Panamá, de afrontar la solicitud presidencial, sin hacer una pausa para evaluar que implicaba semejante tarea, que se avocó con mucha buena fe, con los pocos recursos con los que cuenta, de tratar de establecer los acercamientos pertinentes entre los movimientos sociales en protesta y el gobierno como máxima autoridad.
Hay que reconocer que, en medio del caos imperante durante aquellos días, los movimientos sociales que capitalizaron el descontento popular, lograron ubicar prácticamente en jaque al gobierno, que presionado para lograr acuerdos totales o parciales, que permitiesen abrir las vías terrestres, aceptaron sin objeciones la metodología de dialogo propuesta por los movimientos sociales.
Una vez aprobada la metodología, que se constituye en el primer criterio objetivo vinculante entre las partes principales (Movimientos Sociales y Gobierno), el Facilitador (La Iglesia), siguiendo las reglas y procedimientos que definen este tipo de procesos, no podía tomar decisiones unilaterales de cambiar las reglas de la metodología, sin la aprobación y aceptación de las Partes.
Este proceso debió abarcar las demandas coyunturales inmediatas que la población reclamaba en las calles, como disparador de la crisis. Llámese estas: seguridad alimentaria, medicamentos y combustibles. Sin embargo, por el apremio que significó la magnitud de las protestas, el Gobierno Nacional, descuidó el alcance de la metodología en la mesa única del diálogo, y se vio presionado a seguir negociando procesos estructurales que demandan el trabajo técnico y especializado en varias mesas temáticas de trabajo a lo largo de mucho tiempo.
La discusión de los procesos estructurales debe ser incluyente a todos los sectores de la sociedad panameña interesados en aportar a la ejecución de planes de acción que den, finalmente respuesta a la cantidad de comisiones, diagnósticos y propuestas “consensuadas” en innumerables diálogos nacionales (C.S.S. – Educación – Salud, entre otros)
Estamos en la víspera de concluir la fase 1 de la Mesa Única de Dialogo, fase que transcurrió sin la participación del resto de los sectores que componen el engranaje de la sociedad panameña. Si bien es cierto, que el resto de los sectores que reclaman una beligerancia y participación en la Mesa Única de Dialogo en Penonomé, no adquirieron su legitimidad, pon no haber estado en las protestas en las calles; tampoco les resta el derecho de participar directamente, en un escenario más inclusivo.
El Presidente de la República, debe destacar la labor de la Iglesia, y legitimar al Consejo de la Concertación Nacional para el Desarrollo, que es el legalmente instituido para llevar a cabo estos procesos.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor).