
Las 500 a Pánfilo Patricio – Manifiesto del Cambio #81. Pausa y sentarse a mediar
Si tomásemos la metáfora de un témpano de hielo, para dimensionar el tamaño del descontento popular que persiste en Panamá, tenemos que recordar que el tamaño real de estos gigantes, no es visible para el ojo humano en la superficialidad.
La figura de un Iceberg o témpano de hielo es comúnmente utilizada en la disciplina de la Solución de Disputas, para describir que el tamaño de un conflicto no siempre es detectado en el primer abordaje del problema. Tal como suele suceder con los témpanos de hielo, en el que solo se observa en la superficie, quizás de 1/8 de su tamaño real o 5 metros de superficie cuando su profundidad puede alcanzar los 100 metros, la dimensión real de los conflictos se comportan de manera similar.
El descontento popular que se está viviendo en Panamá, ya brinda señales de que no es una sola génesis que lo genera, y que es acumulativo por la acción u omisión en atender las causas reales de los problemas. Situaciones que, debido a la acumulación en varias administraciones de gobierno, desde que en el año 1990 se estableció un gobierno de “democracia” y permanente desigualdad social, los estallidos de descontento se fueron abordando de manera superficial y sin soluciones permanentes. Un ejemplo de ello fueron las reformas de la seguridad social, que desde la administración de Endara Galimany y pasando por Torrijos en 2005, fueron consideradas como reformas no permanentes.
La historia del descontento popular, acrecentado por las reformas a la seguridad social, revela que la desigualdad en Panamá, es el principal foco de discordia, que antes del anterior al gobierno de 2019 a 2024 no se expresaba con furia y fuerza.
Una consecuencia que trajo la pandemia durante la administración Cortizo en los años 2020 y 2021, es profundizar la brecha social que marca el grado de desigualdad que sufren los asalariados, funcionarios públicos de nivel operativo y la clase popular y clase media. Exacerbó la percepción de que los funcionarios públicos de nivel político junto a las grandes empresas que lucraron del Estado, fueron los que se llenaron los bolsillos a costa de la necesidad y sufrimiento de la población.
En el 2022 que se da el primer estallido de descontento y protesta masiva, sin precedentes, el pueblo se desprendió de su ignorancia, miedo y respeto hacia la clase política que se aprovechaba de las necesidades y penurias de la mayoría de la población. Luego en el 2023 se agravó con la pésima negociación de un contrato minero que se burló de la dignidad e intereses del panameño de a pie.
Las protestas que estamos viviendo en lo que va del año 2025, aún no estallan en su punto fulminante. Sin embargo, el abordaje que se está marcando para contenerlas, lejos de disuadir la crisis y el descontento, lo que ha estado haciendo es alimentarlo más con posiciones inflexibles, discursos de odio, mensajes lesivos, y poco interés de abrir puentes de negociación y de solución del conflicto.
Las autoridades de gobierno y sector empresarial como una parte y los dirigentes sindicales y asociaciones de la clase popular por la otra, frente al clima incierto de crisis económica y de desigualdad social, deben hacer pausa y sentarse a negociar con la ayuda de instituciones que les generen confianza.
“Vive honestamente, no le cause daño a nadie y dele a cada uno lo suyo”.