Las 500 a Pánfilo Patricio – “Perfiles en el conflicto social de protestas de julio 2022”
Por: Boris O. Núñez V.
Nuestro país está envuelto en un torbellino de reclamos, molestias y sin sabores por parte de varios sectores populares y gremiales, que finalmente han encontrado el catalizador para alzar la voz. Después de 3 años de gestión de la actual administración y 27 meses de haber llegado la pandemia a Panamá, ha estallado la bomba de tiempo que tanto temíamos por meses. Previsible ante las pérdidas materiales y humanas que ha arrastrado esta crisis sanitaria y económica.
La forma como estalla esta bomba de tiempo se da en medio de un desgaste de gobierno luego de 36 meses de administración, la incontenible inflación en los precios de primera necesidad como alimentos, medicinas y combustibles, la vulnerable salud del mandatario, y la percepción de indiferencia de algunas autoridades electas, que, en su conjunto, pueden servir como ejemplo de las gotas que derraman el vaso.
Es un estallido social, aún en ebullición, pero que está al borde del descontrol, si no se actúa a tiempo. Es necesario que ante el incontenible descontento e indignación que percibe las bases de manifestantes y el sentido de autoridad que debe ejercer el gobierno, se designe a un equipo de co-mediadores que puedan representar los valores que se esperan de este dialogo social que se plantea: franqueza, sinceridad y honestidad.
Antes de abordar las posiciones encontradas entre las partes legitimadas para intervenir en este proceso de dialogo, es imprescindible visibilizar los actores que pueden generarse mutuamente confianza. Es pertinente, en la medida de lo posible, que por parte del sector de manifestantes, se designe un interlocutor con la suficiente legitimidad y empoderamiento de las bases populares para ejercer una vocería oficial, que pueda consensuar y resumir todas los diversos intereses de los sectores protestantes; y por parte del gobierno, es igual de necesario que se designe un interlocutor que genere confianza hacia la base ciudadana y a la vez contar con el mandato amplio y suficiente para cerrar acuerdos sostenibles en el tiempo restante de la administración de gobierno.
El equipo de mediadores, en el cual dada la pluralidad de actores y analizando las diferentes corrientes, se exploraría la conveniencia de llevar a cabo una co-mediación, en la que pudieran participar entre otros facilitadores integrantes del Consejo Ecuménico, o de universidades que cuenten con equipos especializados en resolución de conflictos, o algún organismo que se exprese dentro del principio de la neutralidad y la imparcialidad que se requiere en la mediación.
De llevarse a cabo este ejercicio de solución de conflictos, las partes identificadas entre manifestantes y voceros de gobierno, deben tener claro que no se puede llegar con dobles agendas, ni precondiciones sin antes iniciar el proceso franco, sincero y honesto de escuchar activamente a cada uno de los actores. No estancarse en las posiciones iniciales, si no tratar de avanzar en todo lo posible en explorar los intereses reales y auténticos que tocan fondo en sus propias necesidades. Es importante que durante todo el proceso se respete la autonomía de la voluntad de los voceros interlocutores, la neutralidad, imparcialidad del mediador o co – mediadores y sobre todo la buena fe de todos los que intervienen.
Aún hay tiempo de resolver esta crisis, pero también es el momento de asumir sacrificios y sumar voluntades, cuando se haga necesario.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor).