Las cepas resistentes del coronavirus harán necesaria la prevención más allá de la vacunación
Limitar la transmisión del coronavirus mediante medidas no farmacológicas resultará indispensable para reducir la probabilidad de aparición de cepas resistentes a las vacunas, según un nuevo estudio.
Las vacunas son algunas de las mejores soluciones de las que disponemos en la actualidad para controlar la pandemia de coronavirus SARS-CoV-2 que afecta a todo el mundo. O al menos, y por el momento, son nuestra mejor carta. Sin embargo, la aparición de cepas resistentes a las vacunas podría producirse demasiado rápido para que las actuales vacunas alivien las consecuencias sanitarias, económicas y sociales de la pandemia.
Se trata de una de las principales conclusiones de un estudio que bajo el título Rates of SARS‑CoV‑2 transmission and vaccination impact the fate of vaccine‑resistant strains se publica esta semana en la revista especializada Scientific Reports. En él, el profesor de genética evolutiva del Instituto de para la Ciencia y Tecnología de Austria, Fyodor Kondrashov, simuló junto a sus colegas la probabilidad de que una cepa resistente a las vacunas del coronavirus pudiera surgir en una población de 10 millones de individuos durante los tres años consecutivos al comienzo de las campañas de vacunación.
Para ello, los autores tomaron en consideración las tasas de vacunación, así como las tasas de mutación y transmisión del virus. Su modelo sugiere que una tasa rápida de vacunación disminuye la probabilidad de que surja una cepa resistente. Sin embargo, también mostró que si la relajación de las intervenciones no farmacológicas se producía en un momento en que la mayoría de los individuos de la población ya habían sido vacunados, la probabilidad de aparición de una cepa resistente aumentaba considerablemente.
Una manera distinta de crecer
Según los autores del estudio, esto puede deberse a una ventaja de crecimiento de la cepa resistente sobre la cepa original -tipo salvaje- en presencia de vacunas. “Como era de esperar, encontramos que una tasa rápida de vacunación disminuye la probabilidad de aparición de una cepa resistente, sin embargo, contrariamente a la intuición, cuando se produjo una relajación de las intervenciones no farmacológicas en un momento en que la mayoría de las personas de la población ya habían sido vacunadas, la probabilidad de aparición de una cepa resistente aumentó considerablemente”, aclara el autor.
Los investigadores encontraron del mismo modo que las cepas resistentes surgieron en escenarios en los en que el 60% de la población ya había sido vacunada. “En consecuencia, mostramos que un período de reducción de la transmisión cerca del final de la campaña de vacunación puede reducir sustancialmente la probabilidad de establecimiento de cepas resistentes” explica Kondrashov.
“Es necesario un esfuerzo de vacunación verdaderamente mundial acompañado de medidas no farmacológicas para reducir las posibilidades de una propagación mundial de una cepa resistente”.
Por todo ello los autores recomiendan que pese al buen ritmo de las campañas de vacunación, las medidas no farmacológicas para evitar la transmisión del virus como el uso de mascarillas en lugares cerrados, las campañas de cribado y testeo o el distanciamiento social en los casos que sea necesario, siguen siendo fundamentales para reducir las tasas de transmisión del coronavirus hacia el final de las campañas de vacunación y permitir que las cepas resistentes emergentes se extingan naturalmente.
Así, los autores sugieren que, aunque no modelaron el efecto de cada una de estas medidas sobre las tasas de transmisión del virus de manera individual, cualquier medida que reduzca la transmisión, como el aumento y generalización de las pruebas, el seguimiento riguroso de los contactos, o las tasas de secuenciación del virus, podrían aumentar la probabilidad de extinción de las nuevas cepas emergentes. Más teniendo en cuenta que nos encontramos ante una enfermedad que se propaga por todo el mundo y que las tasas de vacunación difieren entre los países con distintos recursos. “Dado que los retrasos en la vacunación en algunos países pueden hacer que sea más probable la aparición mundial de una cepa resistente a la vacuna, es necesario un esfuerzo de vacunación verdaderamente mundial acompañado de medidas no farmacológicas para reducir las posibilidades de una propagación mundial de una cepa resistente”, concluyen los autores.