No todo maldormir es insomnio, la privación crónica del sueño o el ‘retraso de fase’ son otros trastornos frecuentes
“El insomnio debe ser evaluado y tratado por un especialista y no debemos tomar medicinas por nuestra cuenta”.
La pandemia está trayendo consigo el incremento de los problemas para dormir, para conciliar el sueño y mantenerlo durante la noche. Pero hay que tener claros varios conceptos, porque no todo maldormir es insomnio. “El insomnio es la dificultad para iniciar o mantener el sueño habiendo condiciones adecuadas para dormir, y que esto genere algún tipo de malestar o disfunción durante el día“, como explica el doctor Miguel Ángel Sánchez, psiquiatra y miembro de la Unidad Multidisciplinar de Sueño de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid). También es especialista en el tratamiento del insomnio y recuerda que esta patología no es lo mismo que la privación crónica del sueño, que es darse pocas horas de oportunidad para dormir, ni tampoco el retraso de la fase de sueño, un problema del ritmo circadiano en el que el reloj interno está retrasado y dormimos tarde.
A su juicio, y según advierte, es normal que una persona duerma mal puntualmente si tiene una dificultad, una emoción, una mudanza, un despido, una oposición, o cualquier tipo de estrés. “Lo normal es que se duerma peor en estas circunstancias y esto no lo consideramos insomnio. Sí se considera trastorno de insomnio cuando esa dificultad para dormir o mantener el sueño se da tres días o más a la semana, y durante al menos tres meses. El insomnio debe ser evaluado y en su caso tratado por un especialista, y además, algo muy importante, no debemos tomar medicinas por nuestra propia cuenta”, avisa.
En este sentido, hace hincapié en que normalmente se confunde el insomnio con la privación crónica de sueño, una situación habitual en el mundo occidental, y que se debe en mayor parte de casos al estilo de vida. “Se trata de personas que, por su actividad profesional, o por su estilo de vida, por ejemplo, leen hasta tarde o ven series, de forma que recortan su oportunidad para dormir. Son personas que se acuestan a la una y media de la mañana y se levantan a las 7, durmiendo seis horas o menos, insuficiente para cualquier persona. Así que por el día se suelen encontrar mal”, agrega.
“Piensan que están cansados porque se despiertan, pero en realidad están cansados porque no se dan suficiente tiempo para dormir”
El doctor Sánchez subraya que se trata de personas que han funcionado así durante años, y que no se dan la oportunidad adecuada para dormir, que no cuidan su sueño, y que llega un momento en el que notan que se despiertan por la noche y están muy cansados por el día. “Piensan que están cansados porque se despiertan, pero en realidad están cansados porque no se dan suficiente tiempo para dormir. Vienen a la consulta pidiendo dormir del tirón esas seis horas, y nosotros tenemos que enseñarles que lo que deben hacer es darse más tiempo de oportunidad para dormir”, sostiene el psiquiatra especialista en sueño de la Fundación Jiménez Díaz.
En estos casos recomienda a estas personas el que alarguen la oportunidad para dormir hasta las 8 horas. “No se pueden dormir 5 o 6 horas. La privación de sueño se relaciona con ictus, infarto agudo de miocardio, obesidad, diabetes, disfunción del sistema inmunitario, e incluso con accidentes de circulación”, alerta el experto.
Otro problema de sueño en jóvenes
Otra circunstancia que se confunde también con el insomnio, y sobre la que advierte el doctor Miguel Ángel Sánchez, muy frecuente entre los jóvenes de menos de 30 años, es un trastorno circadiano que se conoce como ‘retraso de fase’: “Se trata de un problema de reloj interno, que marca una ventana de 8 horas de facilidad para dormir. Algunas personas tienen este horario retrasado de 4 de la mañana a 12 del mediodía, por ejemplo”.
En el adolescente, y especialmente en los últimos años, dice que esto se ha convertido “casi en una epidemia” porque las pantallas retrasan la hora del reloj interno y hace que te duermas más tarde.
“Son personas que te cuentan un problema de insomnio de inicio, que no se quedan dormidas al principio, y cuando se levantan están hechas polvo. Equivocadamente se les dan hipnóticos y se les pone en peligro porque la somnolencia durante el día puede incrementarse. La clave para diferenciarlo del insomnio es que el fin de semana, cuando no tienen que madrugar, dicen que duermen estupendamente”, manifiesta el experto, quien apunta que en estos casos el tratamiento es diferente, a base de luminoterapia y de melatonina.
Qué hacer cuando ya hay insomnio
El miembro de la Unidad Multidisciplinar de Sueño de la Fundación Jiménez Díaz afirma que cuando tenemos un problema de sueño, en primer lugar hay que diferenciar de qué patología se trata y distinguirlo, por ejemplo, de las apneas del sueño, frecuente entre quienes roncan mucho, o si detrás existen otros problemas como la sobreutilización de fármacos o los problemas antes mencionados.
Una vez hecho el diagnóstico de trastorno de insomnio, su tratamiento más eficaz, el que tiene mayor aval científico, no son los fármacos. “El tratamiento de elección del trastorno de insomnio es la terapia cognitivo-conductual, que busca reeducar el cuerpo y la mente para mejorar el sueño; y el mayor riesgo a evitar es siempre la sobreutilización de fármacos”, incide el psiquiatra.
“El pensar que ‘tengo que dormir muy bien’ es a veces también parte del problema, y ese incremento de la atención hacia el dormir hace que sea más difícil”
Un objetivo importante con los pacientes con insomnio y con la población general, según remarca, es que no podemos tampoco con los tratamientos actuales el aspirar a dormir perfectamente: “Hay que asumir cierto deterioro del sueño con el paso del tiempo. Hay pacientes que a los 50 dicen que quieren dormir del tirón, pero eso no por lo general no es posible. Con 20 años sí, pero a partir de los 40 te sueles despertar alguna vez. El pensar que ‘tengo que dormir muy bien’ es a veces también parte del problema, y ese incremento de la atención hacia el dormir hace que sea más difícil”.
Según concluye el doctor Miguel Ángel Sánchez, psiquiatra y miembro de la Unidad Multidisciplinar de Sueño de la Fundación Jiménez Díaz, este tipo de cuestiones psicológicas se tratan de reeducar en consulta, junto con otras intervenciones de tipo conductual, como el hecho de reducir las horas de cama a 8 horas. Al contrario que los privadores de sueño antes mencionados, las personas con insomnio muchas veces prolongan el tiempo en la cama hasta las 10 horas o más, con el objetivo de tratar de “recuperar” el sueño perdido. “Como he dormido mal, me quedo hasta más tarde en la cama”, o “como anoche dormí mal, me voy antes a la cama”. Hoy sabemos que prolongar de esta manera el tiempo de cama estropea el sueño, es uno de los pilares que sostienen el insomnio, y es por tanto uno de los objetivos del tratamiento.
Por 20minutos