“Trabajo mata lengua, como chequera mata galán”
En ocasiones la mejor forma de demostrar que se habla con la verdad, y que ésta resulta ser innegable, es cuando nos apoyamos en los hechos, las acciones o la realidad. Poco sirven los discursos elocuentes, rimbombantes y eruditos, que son producto del alumbramiento de ideas, deseos y fantasías, si en lo concreto, no existe coherencia y consistencia entre palabras y acciones.
Cuando se está alrededor de aduladores o el individuo se reafirma a sí mismo, en su propia negación de la realidad, y no es consciente que existe un choque estrepitoso entre la integridad de su mensaje y la opinión pública generalizada, entonces observamos un egocentrismo petulante.
Esta descripción nos recuerda a aquella persona que, en la actualidad, encarna un rol temporal de Ministro de Obras Públicas. Ante las críticas que recibe a diario por el mal estado de la infraestructura de nuestras calles y avenidas en todo el territorio nacional, se defiende con un simplismo inaudito. El defenderse con “… trabajo mata lengua…”, haciendo alusión a que las críticas serán opacadas con la ejecución de obras, licitadas, adjudicadas o con orden de proceder le recordamos al señor ministro que conclusión de esta supuesta ejecución ministerial actual, deberá verse dentro de 24 meses aproximadamente, es decir, en vísperas de las próximas elecciones y postrimerías del actual gobierno. ¡Qué coincidencia!.
Antes de que iniciara la pandemia en marzo de 2020, ¿cuántos actos de licitación pública, y ordenes de proceder, se llevaron a cabo en los casi 9 meses de gestión gubernamental?, Se entiende que por la pandemia se detuvieron lógicamente. Sin embargo, el confinamiento total, concluyó como en octubre de ese mismo año, y durante el 2021 la reapertura de muchas de las actividades se fue retomando en ese año. Exactamente ¿qué hizo el M.O.P. durante ese tiempo?, ¿qué tanta justificación le podemos atribuir a la pandemia y no a un “laissez faire, laissez passer” conveniente?. Es más el tiempo de reactivación y reapertura que han transcurrido, que el tiempo forzado del confinamiento.
Le recordamos al Ministro de Obras Públicas el artículo 2 de la Ley 35 de 1978, el cual esperamos que se sepa de memoria, mejor que cualquier otro ciudadano panameño, en el que se advierte que el concepto de “obras públicas” en el sentido liberal de la ley es “… bienes nacionales, tales como fuentes de materiales de construcción, carreteras, calles, puentes, edificios o construcciones de cualquier clase que por Ley … le sean adscritos para el cumplimiento de sus objetivos”. Sin olvidar la primera de sus funciones que está señalada en el artículo 3 de la misma ley, que dice: “ a). Ejercer la administración, supervisión, inspección y control de las obras públicas, para su debida construcción o mantenimiento”.
Es posible que el trabajo que hace el Ministro de Obras Públicas, se limita a la administración de proyectos y planes, pero ¿dónde se puede ver el trabajo de supervisar, inspeccionar y sobre todo controlar la ejecución de las obras ejecutadas tanto a nivel público como por parte de la empresa privada? Ese es el trabajo que hace falta ver y es totalmente ausente. Que la danza de millones de la chequera en proyectos y planes, no mate al “galán” que ejerce el rol temporal de Ministro.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.
(Este artículo es responsabilidad de su autor)