¿Y el Plan Estratégico?
El 30 de diciembre de 2019, el Consejo de Gabinete aprobó la Resolución No. 149 publicada en la Gaceta Oficial No. 28,931-A del día siguiente. En esta norma resolutiva, el presidente de la República junto a su consejo de ministros aprobó el Plan Estratégico del Gobierno para el periodo 2019-2024, en el que destacaron cinco (5) pilares, a saber: 1. El Buen Gobierno; 2. El Estado de derecho de Ley y Orden; 3. Economía competitiva que genere empleos; 4. Combate a la pobreza y la Desigualdad; y 5. Educación, Ciencia, Tecnología y Cultura. Luego de 39 meses de mantenerse vigente esta normativa, ¿Cómo lo evaluamos?
Haciendo un conteo regresivo desde el quinto pilar hasta el primero en la lista, podríamos resaltar que, en cuanto a la Educación, Ciencia, Tecnología y Cultura, la administración del presidente Cortizo junto a su ministra de Educación, de Cultura y la SENACyT, de manera general podemos identificar que la estrella que debía brillar, se ennegreció. En primer lugar, porque aún no se ha encontrado la fórmula eficiente para que todas las instituciones educativas se encuentren listas para el inicio de cada año escolar. La Cultura fue secuestrada desde los comienzos del ministerio por escándalos de muy mal gusto, que solo mostró engrosar la planilla del Estado, sin realmente plasmar el potencial de un verdadero desarrollo cultural.
Si revisamos los alcances en materia de Combate a la pobreza y la desigualdad, la sociedad panameña durante ésta administración, y sobre todo en la etapa post-pandemia COVID -19, se encuentra más desigual que nunca. La crisis de salud nos desnudó la realidad del profundo entramado de desigualdades e inequidades que atraviesan la gente del campo con respecto a las principales urbes de cada provincia, y lo peor dentro de cada capital, se incrementa la pobreza urbana, en la que aumentó la informalidad y la falta de oportunidades de los panameños.
Si buscamos cómo ha sido el manejo de nuestra Economía competitiva para generar empleos, pues la tasa de desempleo llegó hasta un 19% en lo más crítico de la pandemia, y aún no se ha podido recuperar los niveles por debajo de los dos dígitos. La informalidad y el desempleo se han multiplicado principalmente por la falta de inversión pública en grandes proyectos que dinamicen la economía. No hay nuevas carreteras, no hay más escuelas ni centros de salud, no hay más empleo. Ha sido frustrante.
Esta administración prácticamente ha sido gestionada en un Estado sin derecho, sin ética y mucho menos orden. El conflicto de “armónica colaboración” que se ha colonizado entre el Órgano Ejecutivo y la Asamblea Nacional por demostrar quién ejerce más el poder político entre ambos, ha traído como consecuencia, una serie de escándalos inolvidables, incluso desde antes de la pandemia. La alta de desconfianza y falta de credibilidad que atraviesa el Legislativo, a cargo de la bancada mayoritaria del Partido Revolucionario Democrático (PRD) y del MOLIRENA, junto a la impopularidad y descrédito de las autoridades del Ejecutivo, nos concluye que el buen gobierno solo fue un slogan de campaña y no una convicción.
El Buen Gobierno, como el primer pilar del Plan Estratégico 2019-2024, solo quedó como una quimera y una promesa de campaña, en la cual, durante esta gestión, se ha repetido y profundizado más los escándalos y pifias que cometen nuestras autoridades, más de lo que fueron los diez años anteriores.
Más corrupción en 5 años, que en 1 década.
“Vive honestamente, sin hacerle daño a nadie y dándole a cada uno lo suyo”.